No consigo ordenar mis ideas. El tema de la norma y la imagen (la norma en la imagen) es tan marginal, y quizás tan carente de interés, como amplio. Sigo pensando en la impostura, en Mr. Brainwash y en la posibilidad de que él tampoco pudiera responder a la pregunta que me ha estado ocupando todas las noches de este verano, esa de si es verdad que, o se puede decir que, Florencia es un parque temático...
Algunos ya sabréis que hice planes para mi regreso a España. Otros (los menos) no ignoráis que extrañamente la mayoría de ellos llegaron, como se dice, a buen puerto. Eran buenos deseos, deseos sobre deseos, metadeseos o “deseos de segundo orden” por utilizar los conocidos términos de Harry Frankfurt. Es así que conseguí dejar de fumar, dar de baja el móvil, madrugar mucho y sacar Intereconomía, Tele 5 y veinte canales más de la TDT. ¿Harry Frankfurt? Precisamente había acabado “On Bullshit” su conocido ensayo sobre la charlatanería, la “fantochada”, la palabrería, etc. ¿Por qué lo leía en lugar de leer a Haruki Murakami? Porque estaba estudiando algo así como la metafísica de la mentira. Curiosamente, el otro libro de cabecera al lado de una sencilla cama en una estrecha single room del barrio de Santa María Novella era “Lo real y su doble” de Clement Rosset. No entendía nada.
No sé. Nada más acabar la película de Kiarostami, me tuve que poner un episodio de Muchachada Nui y entonces volvió a suceder: Casualmente supe que ese día hacía justamente tantos años
El director del Museo Coconut de Arte Moderno es igual (de tontiestirado) que el diseñador de "El hombre de al lado". |
Antes del amanecer, me fui por la orilla del Arno a fotografiar una pintada a la Facultad de Filosofía que me había llamado la atención el día anterior: "Siamo desesperati, tutto e permesso". Me interesaba sólo pensando que quien la había escrito era un magistrado corrupto, un dealer de la bolsa de Milán, un miembro del FMI. El grafiti desdoblado.
Paseé por los alrededores del Palacio Pitti, la absoluta prioridad laboral (investigadora) de la estancia, mi trabajo frente a los textos durante más de ocho horas diarias, la total falta de recursos económicos y las largas colas de turistas interesados en el arte me hacían desistir una y otra vez de entrar a ningún museo. Todo parecía un enorme parque temático.
Frente al palacio, allá donde Dostoievski escribió El idiota un grupo de turistas le tiraba monedas a la cara a una joven que entonaba "Ich bin der Welt abhanden gekommen", mientras se derramaba por la boca un helado de tres bolas. Corrí, lo sé. Sin embargo, al llegar al río y aunque evitando indisimuladamente a todo el que tiene aspecto de español, no pude dejar de escuchar esta conversación de paso:
Frente al palacio, allá donde Dostoievski escribió El idiota un grupo de turistas le tiraba monedas a la cara a una joven que entonaba "Ich bin der Welt abhanden gekommen", mientras se derramaba por la boca un helado de tres bolas. Corrí, lo sé. Sin embargo, al llegar al río y aunque evitando indisimuladamente a todo el que tiene aspecto de español, no pude dejar de escuchar esta conversación de paso:
Un altísimo anciano (con acento catalán) le contaba a otro lo mucho que echaba de menos a su padre, le hablaba de él: cómo éste había llevado una vida heroica, cómo había luchado en todos los frentes de izquierda que había habido en Europa desde la segunda guerra mundial. Su compañero le interrumpió:
- Pero tu padre siempre tuvo las orejas hacia atrás ¿no? ¿De punta?
- Mi padre fue Marqués, hijo de puta.
- Mi padre fue Marqués, hijo de puta.
No pude más. Al lado del grafiti falsamente inteligente había muchos gratiti vierdaderamente insoportables.
Esa parte de la ciudad parecía sucia. Me refugié en la tienda de regalos del museo de la Piazza di San Giovanni. En la tienda de regalos también había cola. Exit through the gift shop. Recordé la película de Banksy. De nuevo la cuestión de la imagen, el doble, la fantochada y la impostura.
En fin, yo creo que si Banksy le sugirió a Thierry Guetta que se dedicara a crear sus propias piezas en lugar de filmar las de otros no fue porque confiara en su talento (se lo hubiera podido decir en cualquier otra ocasión ya que prácticamente le tenía pegado todo el día a su espalda). Si Bansky eligió precisamente aquella en la que el francés le mostraba su “película” era porque esta debía ser realmente insoportable. El documental deja claro que se trataba de una hora y media de montaje tan frenético como imposible pero no se preocupa de esta cuestión de interés menor.
Ahí empecé a penser en Mr. Brainwash y en la posibilidad de que él tampoco pudiera responder a mi pregunta, esa de si es verdad que o se puede decir que Florencia es un parque temático...
La historia es más o menos conocida. Con la exposición de Los Ángeles, Thierry hizo una operación de marketing que debería estar en todos los manuales de ESADE y consiguió tanto colocar sus obras (al parecer por más de un millón de dólares) como acceder a la fama. Guetta (¿jeta’) llegaba así a la cúspide de una carrera que nunca se había molestado en comenzar. Fue todo cuestión de imagen. ¿Un impostor?
Esa parte de la ciudad parecía sucia. Me refugié en la tienda de regalos del museo de la Piazza di San Giovanni. En la tienda de regalos también había cola. Exit through the gift shop. Recordé la película de Banksy. De nuevo la cuestión de la imagen, el doble, la fantochada y la impostura.
El Duomo |
Banksy tiene una obra tan original como calculada. El grafiti es veces divertido y emocionante. También, con mayor o menor fotuna, ha hecho crítica social y política. |
En fin, yo creo que si Banksy le sugirió a Thierry Guetta que se dedicara a crear sus propias piezas en lugar de filmar las de otros no fue porque confiara en su talento (se lo hubiera podido decir en cualquier otra ocasión ya que prácticamente le tenía pegado todo el día a su espalda). Si Bansky eligió precisamente aquella en la que el francés le mostraba su “película” era porque esta debía ser realmente insoportable. El documental deja claro que se trataba de una hora y media de montaje tan frenético como imposible pero no se preocupa de esta cuestión de interés menor.
Ahí empecé a penser en Mr. Brainwash y en la posibilidad de que él tampoco pudiera responder a mi pregunta, esa de si es verdad que o se puede decir que Florencia es un parque temático...
La historia es más o menos conocida. Con la exposición de Los Ángeles, Thierry hizo una operación de marketing que debería estar en todos los manuales de ESADE y consiguió tanto colocar sus obras (al parecer por más de un millón de dólares) como acceder a la fama. Guetta (¿jeta’) llegaba así a la cúspide de una carrera que nunca se había molestado en comenzar. Fue todo cuestión de imagen. ¿Un impostor?
No sé: Lo bueno de toda esta broma es que ¡algunas de esas obras eran francamente brillantes!
¿Cómo acudir a ella correctamente?