lunes, 28 de octubre de 2024

Los límites de la justicia y los límites de la representación. Sobre «La zona injusticiable»: extracto de un artículo en la revista mexicana Aequlitas

Desenvueltamente inspirada en la novela homónima de Martin Amis (cuyo primer aniversario de su muerte se cumple en estas fechas), La zona de interés (Glazer, 2023) permite tanto retomar la reflexión moral y estética sobre los límites de lo representable como actualizar el viejo debate filosófico jurídico sobre los límites (aquí quizás «limitaciones») de la justicia cuando aborda lo que el jurista argentino Carlos Nino o el filósofo Richard Bernstein (entre otros) trataron como aporías procesales del «mal absoluto» y que aquí llamaremos tentativamente «zona injusticiable».

La película ganadora del Gran Premio del Jurado en Cannes sigue a través de desasosegantes paseos por el extrarradio del Läger y un dispositivo de «cámaras ocultas» que apunta a la puesta en escena de un reality del tipo Gran Hermano (ángulos improbables, desvelamiento de la intimidad, siniestras perspectivas panópticas del hogar), la vida familiar de Rudolf, Hedwig Höss y los hijos del comandante de Auschwitz-Birkenau en la casa adyacente al campo de exterminio.

Sobre lo primero –los límites de lo representable– creo que el primer acierto de la que se erige ya como una de las mejores películas del siglo XXI es su posicionamiento intersticial entre el imperativo moral de Georges Didi-Huberman de mostrar la «elocuencia del mal», de romper con el aislamiento del horror (en el ensayo Imágenes pese a todo) y la elegante poética de Claude Lanzmann quien en la monumental Shoah (1985) defendió la idea de lo inenarrable y optó éticamente por aproximarnos indirectamente al desastre a través de los testigos de los trenes que conducían a la aniquilación. 

Si recordamos el núcleo de la conocida discusión, tanto para Lanzmann como para el psicoanalista Gérard Wajcman, la singularidad ontológica del horror nazi hacía que cualquier intento de representación (de lo que ocurrió dentro de Auschwitz) solo pudiera funcionar como velo, como falso acceso al conocimiento (el principal error de Spielberg en la bienintencionada La lista de Schindler): si se puede ver, seguir manteniendo la mirada y una vida «normal» es que la representación falla en algún punto. Para, Wajcman, el psicoanalista francés, la shoah era irrepresentable por inimaginable: «el objeto impensable por excelencia».



Frente a la tesis de lo inenarrable, el historiador de arte Didi-Huberman invitó a imaginar, a no dejar de imaginar. Llamó a atender a los «cuatro trozos de película arrebatados al infierno», a estudiar las imágenes del horror: la cremación en pozos al aire  libre de cuerpos inertes tras pasar por el proceso de gaseado, mujeres en un bosque de abedules en dirección a cámara, instantáneas por encima del cifrado («solución final», «zona de interés») temerariamente mantenidas «vivas» por miembros de un Sonderkommando (encargados de recoger y  limpiar de restos humanos las cámaras de gas) el verano de 1944. Para Didi-Huberman, las rudimentarias fotografías supervivientes ofrecían la posibilidad de imaginar lo inimaginable o de mostrar la realidad del mal allá donde la palabra encuentra su final.

Pues bien, la opción del director británico Jonathan Glazer –entre los límites de la imaginable y el imperativo de imaginar, entre la imposibilidad de representar y el mandato de contar– es la de elidir el interior del campo y recorrer a través de una terrible semiótica de la gran matanza, la forma en que esta salpica y humea, la manera en que la aniquilación resuena en el exterior. Comenzando por el jardín al otro lado, ese que cultiva la señora Höss (en interpretación excepcional, por malsana, de Sandra Hüller) y terminando por los vericuetos (semejantes a un laberinto de ratas) en los bajos del hogar de los nazis. 



Nos ensucia la ceniza que baja por el río, nos empaña el humo de los quemados, nos embrutecen los dientes con los que juegan los infantes, intuimos la infidelidad mutua con los esclavos del blanco hogar. Si en El hijo de Saul, (László Nemes, 2015) la mirada subjetiva del Sonderkommando suponía paradójicamente el límite inédito de la representación, Glazer ofrece aquí una cartografía de los signos (mucho más sutiles que el mapa del crematorio circular que llega a colocarse encima de la mesa de «el animal de Auschwitz»): el malsano temblor en el aire, los gritos de los asesinados, el humo de las chimeneas, los restos grises de los muertos que de pronto orillan la bañera, el lavado compulsivo de la señal.

Fue Theodor Adorno (Teoría estética, Dialéctica negativa) quien planteó en toda su profundidad la posibilidad del arte después de Auschwitz. Quizás porque encajan –algo así escribió Ludwig Wittgenstein– en lo que se puede «mostrar» (pero de lo que no se puede hablar) los sonidos de La zona de interés llegan donde el relato de los hechos no puede llegar Y, en ese sentido, lo que consigue su puesta en escena, lo que logran los movimientos animalescos de los perpetradores y las súbitas elipsis de terror glaciar (expresión acuñada probablemente para el Funny Games de Michael Haneke) es que el horror nos salpique, o mejor, que nos repique, que nos hundamos en el espesor culpable de cierto olvido, en la cueva de la ignominia, en el barro, en el légamo pegajoso y negro (un estilema caro al director de Under the skin) de la indiferencia...






martes, 30 de julio de 2024

Interpretar la realidad (latinoamericana) en clave de literatura de terror: un artículo de Federico Guzman en Letras Libres

De los Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917) de Quiroga a La furia (1959), de Silvina Ocampo; de los relatos “El huésped” (1959), de Amparo Dávila, y  “La sunamita” (1965), de Inés Arredondo, a las historias de la uruguaya Armonía Somers, como “El hombre del túnel” (1963); del Carlos Fuentes de Aura (1962) a Mariana Enriquez con Las cosas que perdimos en el fuego (2016); de María Fernanda Ampuero  a las magníficas escritoras Mónica Ojeda: Mandíbula (2018) y Tierra fresca de sus tumba (2021) de Giovanna Rivero.

En septiembre hablaremos con la autora en Bangarang
 en las actividades del Club de lectura 20 años de Candaya 

Puertas a mundos regidos por otras reglas, miedo a abandonar la clase media, amenaza de violencia sexual, tortura, migración y vacío, ventanas a lo desconocido y...

"[...] Hay otra línea del horror latinoamericano que resulta menos visible pero que literariamente es igual de estimulante. Se trata de un horror que encuentra en él mismo, en su costado más fantástico e imaginativo, no solo un mecanismo para denunciar la realidad, sino una fórmula para trastocarla y para apoderarse de ella, para dejarse seducir por sus pliegues más peligrosos. Es un horror liberador, que, paradójicamente, aprovecha ciertos miedos, más bien imaginarios, para deshacerse de otros, reales. En este sentido, el horror no es un sentimiento paralizante, sino que más bien posibilita un reconocimiento y una reconciliación con uno mismo. Así, se propone un miedo que resulta opresivo hasta que se traspasa, lo que permite acceder a una nueva realidad, idílica en su oscuridad, utópica en su mundo perfecto de brujas y fantasmas." Federico Guzmán, Letras libres




Silvina Inocencia Ocampo
(Buenos Aires, 28 de julio de 1903-14 de diciembre de 1993)


Artículo completo aquí: 



viernes, 12 de julio de 2024

Sidney Lumet y los sistemas normativos (un artículo en El Hype)

Sidney Lumet, de cuyo nacimiento se cumplen ahora cien años, fue uno de los grandes directores de la historia del cine, pero además sus guiones y sus personajes pueden analizarse como profundas lecciones acerca de qué es eso de la conciencia moral.

Se ha escrito mucho sobre el cineasta que triunfó en 1957 con Doce hombres sin piedad (con uno de los arquetipos morales más importantes del cine de juicios: el jurado número ocho interpretado por Henry Fonda), el mismo Lumet es autor de uno de mis libros de referencia sobre el séptimo arte (Así se hacen las películas) y aquí solo quería recordarlo a partir de una de sus grandes películas menos valoradas o conocidas: El príncipe de la ciudad (1981).


Artículo completo en El Hype




miércoles, 10 de julio de 2024

Pablo Helguera

Pablo Helguera (Ciudad de México, 1971) es un artista, pedagogo cultural y escritor afincado en Nueva York. Su trabajo se centra en temas que oscilan entre la historia, la pedagogía, la sociolingüística, la etnografía, la memoria y el absurdo, que trata mediante formatos variados como la lectura, las estrategias de exposición en museos, las performances musicales y la ficción escrita.

Helguera ha expuesto en instituciones como el Museo de Arte Reina Sofia (Madrid), Royal College of Art (Londres), 8ª Bienal de La Habana, Shedhalle (Zúrich), MoMA PS1 y Brooklyn Museum (Nueva York), Tokyo Metropolitan Art Museum, entre muchas otras, y su trabajo ha sido reseñado en Art in America, Artforum, The New York Times y ArtNews, entre otras publicaciones. Ha sido galardonado con varias becas y premios internacionales de arte, como la John Simon Guggenheim Fellowship y la Creative Capital Grant. Ha sido residente principal de Location One en Nueva York (2011-2012). Además, desde 1991 ha trabajado en diferentes museos de arte contemporáneo, como el Guggenheim Museum de Nueva York, donde fue jefe de Programas Públicos en el Departamento de Educación, y desde 2007 es director de Programas Académicos y para Adultos del MoMA. En 2010 fue designado comisario pedagógico de la 8ª Bienal del Mercosur, celebrada en 2011 en Porto Alegre (Brasil).

Es autor de los siguientes libros: Endingness (2005), The Pablo Helguera Manual of Contemporary Art Style (2005), The Witches of Tepoztlán (and other Unpublished Operas) (2007), The Boy Inside the Letter (2008), Theatrum Anatomicum (and other performance lectures) (2008), The Juvenal Players (2009), Artoons 1, 2, and 3 (2009-10), What in the World (2010), Urÿonstelaii (2010), Estela y las Hojas (2010), The School of Panamerican Unrest (an antology of Documents) [with Sarah DeMeuse] (2011), Education for Socially Engaged Art (2011), Art Scenes: The Social Scripts of the Art World (2012), Onda Corta (2012) y Artunes (2012).

Info en el CCCB




miércoles, 24 de abril de 2024

Ciencia jurídica y ciencia ficción: afinidades electivas. Estupendo encuentro en la Universidad de Málaga dirigido por la Dra. María Pina Fersini


El Grupo de Investigación del Proyecto JA.B1-28 Derecho, literatura y nuevas tecnologías. El papel de la ciencia ficción en el legal drafting en materia de robótica e inteligencia artificial, financiado por la Junta de Andalucía y concedido en la convocatoria competitiva para proyectos dirigidos por jóvenes investigadores (Ayudas B.1 del II Plan Propio de Investigación, Transferencia y Divulgación Científica de la Universidad de Málaga), con el patrocinio de la ISLL-Italian Society for Law and Literature y la RDL-Rede Brasileira Direito e Literatura, desde la Cátedra Abierta de Derecho y Literatura de la Universidad de Málaga, convoca el Congreso Internacional “Ciencia Jurídica y Ciencia Ficción. Afinidades electivas”, con el objetivo de propiciar un espacio interdisciplinario de reflexión y diálogo donde se den cita el Derecho, la Fantasía Científica y la Inteligencia Artificial.


Dirección:

Maria Pina Fersini (Universidad de Málaga)


Subdirección y Secretaría académica:

Felipe R. Navarro Martínez (Universidad de Málaga)


Comité científico:

Raffaele De Giorgi (Università del Salento)

Jorge Douglas Price (Universidad Nacional del Comahue)

Angela A. Da Silveira Espindola (Universidade Federal de Santa

María)

Ricardo D. Rabinovich-Berkman (Universidad de Buenos Aires)

André Karam Trindade (Centro Universitário de Cascavel-UNIVEL)

Marcilio Toscano Franca Filho (Universidade Federal da Paraíba)

Benjamín Rivaya García (Universidad de Oviedo)

Nelson Camatta Moreira (Faculdade de Direito de Vitória)

Alberto Vespaziani (Università degli Studi del Molise)

Persio Tincani (Università di Parma)



Comité organizador:

Cristina Monereo Atienza (Universidad de Málaga)

Felipe R. Navarro Martínez (Universidad de Málaga)

Maria Pina Fersini (Universidad de Málaga)

José Manuel Cabra Apalategui (Universidad de Málaga

jueves, 4 de abril de 2024

Mother! o Gaia

Lejos de la suficiencia de la Gaia de Lovelock, Jennifer Lawrence compone en Mother! (Aronofsky, 2007) un personaje femenino desconcertado, primero por la falta de delicadeza de sus dos primeros invitados (Ed Harris como Adán y una estupenda Michel Pfeiffer como Eva, la pecadora), enseguida por la mala educación y los modales cainitas de su gente, pronto por la agresividad de los groseros que abarrotan la casa (la humanidad) y finalmente por los delirios, guerras y violencia irreversible de los sapiens. 

Lawrence como la creación, como la Tierra o como la vida misma es, sobre todo, una víctima atónita, sobrepasada, herida de todas las formas posibles, incluso la peor de ellas: ver destrozado el fruto de su propia creación.




lunes, 4 de marzo de 2024

cada uno para sí y dios contra todos: Herzog en El Hype

Jeder für sich und Gott gegen alle (cada uno para sí y dios contra todos) es el título original de una de las películas que me han acompañado toda mi vida: El enigma de Kaspar Hauser (está presente en mi ensayo La condición despistada pero en general en mis inclinaciones temáticas: la desorientación, la cultura, los años setenta, la poética de la inocencia). Y es también el título de las memorias de Werner Herzog.




Estupendo artículo al respecto de Eva Peydró (una de las mejores críticas de nuestro país) en la sección «Cultura» de El Hype.




Es posible y Hype rastrear la huella de Gaspar Hauser en la literatura, Verlaine compuso con ese nombre un poema, Philippe Dennery, como más tarde Peter Handke, todo un estupendo drama (Kaspar). Jakob Wassermann la novela Gaspar Hauser o la inercia del corazón y hasta Paul Auster buscó en el abandonado y misterioso Hauser un perfil para un personaje de su más famosa trilogía.

Hace unos años nos llenó de vana ilusión saber que uno de nuestros actores preferidos, Vincent Gallo, iba a protagonizar una revisión del mito de Gaspar Hauser. La película, calificada quizás con razón como una marcianada, la dirige un director desconocido para mí: Davide Manuli. Tenía algo de western, comedia absurda y cine experimental.

Ah, siempre que menciono a Kaspar Hauser recomiendo la edición en Pepitas de calabaza del texto de Paul Johann Anselm Ritter von Feuerbach que estudió como el que esto escribe (salvando las insalvables distancias) Derecho y Filosofía. 

Paul Johann, etc. etc. redactó el Código Penal de Baviera en 1813, tuteló a Kaspar y fue el papá del fustigador por antonomasia de la religión Ludwig Feuerbach.



domingo, 3 de marzo de 2024

La norma y la imagen recomienda: un «clásico» de Bredekamp

Como alternativa a una historia de las imágenes como fruto de la producción de los hombres de una época, objetivo tradicional de la Historia del arte y la Iconografía, Bredekamp busca explicar las imágenes en su condición de agentes históricos, como núcleo, más que consecuencia, de ciertas dinámicas sociales y ciertos modos de interpretación de la realidad. En este sentido, las imágenes son eficaces cuando actúan como catalizadoras de una cierta dinámica social, en la estela de otros ensayos fundamentales ya publicados en castellano, como los libros de David Freedberg, El poder de las imágenes, y Hans Belting, Antropología del arte. El eje vertebrador del libro es un análisis del poder de las imágenes para motivar la acción humana en ciertos contextos, y el impacto de las imágenes en tres campos fundamentales: la vida artificial, el intercambio de imagen y cuerpo, y la actividad autónoma de la forma.


La imagen no necesariamente refleja la realidad, sino que también coadyuva a la conformación de lo real. En este sentido, a través de ejemplos que van desde el mundo antiguo al contemporáneo, Bredekamp problematiza la relación entre la obra de arte y su público formulando el concepto de «acto icónico», que pone en cuestión ideas tradicionales de la Historia del arte como ilustración, representación y mímesis. 




jueves, 29 de febrero de 2024

Mary Poppins revisitada: ¿otro episodio woke?

Mary Poppins ya no es para todos los públicos: ¿puro márketing o preocupación real por el racismo?

La Agencia Británica de Clasificación de Películas recomienda que los niños no vean solos este clásico familiar por su "lenguaje discriminatorio". 

"«Somos una sociedad muy infantilizada, tratada de una forma paternal», afirma el filósofo y critico cultural Jesús García Cívico" [...].

 Texto íntegro en Infolibre

Exclusivo para socios



jueves, 15 de febrero de 2024

Primera jornada de Cine y Derecho organizada por Tirant lo Blanch en La Nau de la Universidad de València


Ha sido un honor poder participar esta tarde en la I Jornada de Cine y Derecho con cineastas y juristas de tanto renombre y otros colaboradores de la colección que dirigen Fernando Flores y Javier de Lucas en la editorial Tirant lo Blanch y que ha sido desde su inicio un referente muy estimulante y querido por mí. 





Hace años pude contribuir modestísimamente con un título (entre Chejov, Mamet,  André Gregory y Louis Malle) que por raro que parezca es de preocupante actualidad: las vidas "pequeñas" decepcionadas en un marco que Böhm, Wendy Brown o Mark Fisher definirán más tarde como sociedades de derecho privado llenas de recelos meritocráticos, sueños rotos, fantasmas sociopoliticos y depresión.




Texto sobre el acto publicado en Cultur Plaza

El próximo 15 y 16 de febrero se celebra en València la I Jornada de Cine y Derecho que explorará la inserción del séptimo arte y el sistema legal. El cine, una de las grandes vías comunicativas que afectan a la percepción, a la creación de ideologías y que es una de las armas más potentes de influencia en las personas, junto al derecho, el sistema de principios y normas que regulan la conducta humana en toda la sociedad. Este evento pionero, que se celebrará en el Centro Cultural La Nau, de Universitat de València, explorará, de la mano de profesionales cineastas y destacadas personalidades del ámbito jurídico, las diversas perspectivas y reflexiones sobre el impacto mutuo de estas dos disciplinas.

La conferencia inaugural estará a cargo de la ex ministra de Cultura y directora de cine, Ángeles González Sinde, quien participará en una fascinante conversación sobre la interrelación entre el cine, el derecho y la vida, moderada por la cineasta Irene de Lucas y el codirector de la Colección Editorial Cine y Derecho, Fernando Flores. 

El primer día de la jornada abordará a profundidad la colección Cine y Derecho desde la perspectiva de los Derechos Humanos. Diversos expertos analizarán obras clave como Los derechos de la infancia, La Fábrica y la Oficina, Derechos, Cine, Literatura y Cómics, o La guerra contra el terrorismo, veinte años después. 

Por la tarde, autores de la Colección Cine y Derecho discutirán obras que abordan temas feministas, como La costilla de Adán de Juan Miguel Company e Ignacio Cort, y "El acusado de Ana Valero, así como otras obras relevantes como La voz más alta de Jose Luis Espinosa, Vania en la Calle 42. Mérito y Decepción de Jesús García Cívico, y La guerra a la vuelta de la esquina, de Chiara Vitucci, quien profundizará en su experiencia y cobertura de las guerras yugoslavas. 

El segundo día de la jornada estará dedicado a examinar la relación entre el cine y el derecho desde una perspectiva legal. Salvador Vives, director de Tirant lo Blanch, moderará un panel con la participación de destacadas personalidades del ámbito legal, como la magistrada del Tribunal Supremo, Ana Ferrer García, el catedrático de Derecho Constitucional, Miguel Ángel Presno Linera, el magistrado del Tribunal Supremo, Luis María Díez Picazo y el catedrático de Derecho Procesal, Jordi Nieva Fenoll. Después de una pausa para el café, la jornada continuará explorando cómo el cine ha marcado la vocación jurista de destacadas personalidades del ámbito legal, incluyendo a la catedrática de Derecho Constitucional Rosario Serra Cristóbal, el catedrático de Derecho Constitucional, Javier de Lucas, la Fiscal especializada en violencia de género, Susana Gisbert Grifo y el Catedrático de Derecho Penal, José Luis González Cussac. Este encuentro, organizado por la Universidad de Valencia, la Editorial Tirant lo Blanch y la Cátedra de Estudios Jurídicos Iberoamericanos está ligado a la Colección Editorial de Tirant Cine y Derecho, una colección galardonada la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.







martes, 16 de enero de 2024

Arte y valores: un número de la revista Tiempo de paz con Antonio López

Yo conocí a Antonio López a través del cine (El sol del membrillo, Erice, 1992) y me fascinó la posibilidad, encarnada en él y su obra, de que la concepción del proceso artístico como una exigente investigación y la búsqueda de cierta perfección "esencialmente perfectible,' por así decir,  fuera un valor más allá de la estética, una manera de habitar en este hermoso planeta afeado por gente terrible. Por eso me ha hecho ilusión compartir algunas ideas con él, con el equipo de la meritoria revista Tiempo de paz y con el educado público que ha acudido esta tarde a la Sala de conferencias del Museo del Prado a la presentación del número "Arte y valores".


"El artista Antonio López con Jesús García Cívico en la presentación del especial «Arte y valores» de la revista Tiempo de paz"
Foto: Mrs. Greta Pinkington


La norma y la imagen recomienda: El conformista, Bertolucci, 1970

El conformista (Bertolucci, 1970) es una de mis películas preferidas de todos los tiempos, una de las mejores del cine europeo de los años 70, un ejemplo de la gran aportación de Italia a este arte (de la cinematografía italiana prefiero su cine político entreverado de surrealismo antes que su engañoso neorrealismo),  una modélica adaptación de Moravia y una fina disección del fascista como ser miserable, débil, gregario y psicológicamente dañado.



domingo, 7 de enero de 2024

Dos imágenes de Seneca Falls

La Convención de Seneca Falls fue la primera convención sobre los derechos de la mujer en Estados Unidos, realizada del 19 de julio al 20 de julio de 1848 en Seneca Falls (Nueva York). Fue organizada por Lucretia Mott y Elizabeth Cady Stanton.

El resultado fue la publicación de la Declaración de Seneca Falls (o Declaración de Sentimientos, según las propias autoras), un documento basado en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en el que denunciaban las restricciones, sobre todo políticas, a las que estaban sometidas las mujeres: no poder votar, ni presentarse a elecciones, ni ocupar cargos públicos, ni afiliarse a organizaciones políticas, ni asistir a reuniones políticas.




La reunión fue convocada en la prensa “para discutir la condición y los derechos sociales, civiles y religiosos de las mujeres” y pretendía formar parte de los movimientos de reforma social que caracterizaban la dinámica política en EE. UU. desde la presidencia del demócrata  (1829-1837) Andrew Jackson hasta la Guerra de Secesión.


La Declaración de Seneca Falls, también conocida como la Declaración de Sentimientos y Resoluciones de Seneca Falls, es un documento norteamericano resultado de la reunión celebrada el 19 y 20 de julio de 1848 firmado por sesenta y ocho mujeres y treinta y dos hombres1​ de diversos movimientos y asociaciones políticas de talante liberal y próximos a los círculos abolicionistas, lideradas por Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott para estudiar las condiciones y derechos sociales, civiles y religiosos de la mujer.

Fue Elizabeth Cady Stanton quien se encargó de redactar la declaración de principios y las resoluciones que finalmente se aprobaron. En su redacción la hizo adoptar la forma de la Declaración de Independencia (EE.UU. 1776)​ con lo que consiguió cargarla con una poderosa fuerza de convicción y de significado histórico.

La declaración se enfrentó a las restricciones políticas: no poder votar, ni presentarse a elecciones, ni ocupar cargos públicos, ni afiliarse a organizaciones políticas o asistir a reuniones políticas. Iba también contra las restricciones económicas: la prohibición de tener propiedades, puesto que los bienes eran transferidos al marido; la prohibición de dedicarse al comercio, tener negocios propios o abrir cuentas corrientes y se expresaba en contra de la negación de derechos civiles o jurídicos para las mujeres.

Consta de doce decisiones e incluye dos grandes apartados: las exigencias para alcanzar la ciudadanía civil para las mujeres y los principios que deben modificar la costumbres y la moral. Once de las decisiones fueron aprobadas por unanimidad y la número doce, la que hace referencia al voto, por una pequeña mayoría.

Está considerada como el texto fundacional del feminismo como movimiento social. Fue una de las expresiones colectivas del feminismo contemporáneo a diferencia de textos anteriores como la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791) de Olimpia de Gouges o Vindicación de los derechos de la mujer (1792) de Mary Wollstonecraft.​



Capitolio. Monumento a Lucretia Mott, Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony

jueves, 28 de diciembre de 2023

Hersch Lauterpacht: el derecho a la inocencia

 


As a lawyer, Hersch Lauterpacht (1897–1960) fought for the protection of the individual under international state law.

In 1915, Lauterpacht studied Law in Lemberg. Three years later, he witnessed clashes between the Polish and Ukrainian population. The clashes were accompanied by anti-Jewish pogroms. He himself was part of a Jewish militia.

In 1919, Lauterpacht transferred to the University of Vienna, where he researched issues concerning international law. In 1923, he moved to Great Britain to work as a university teacher, first at the London School of Economics and then at Cambridge. He fought for the acceptance of the fact that every individual has inalienable rights.

During the Holocaust, Lauterpacht lost a large part of his family in occupied Poland. In order to legally prosecute the crimes, he developed the concept of “crimes against humanity”. This concept was applied in legal arguments in Nuremberg for the first time. Lauterpacht worked on behalf of the British indictment at the Nuremberg trials.

In 1945, Lauterpacht published the book An International Bill of Human Rights. It served as a basis for the Universal Declaration of Human Rights in 1948, the European Convention for the Protection of Human Rights in 1950 and the International Covenant on Civil and Political Rights in 1966. Beginning in 1954, Lauterpacht served as a judge at the International Court of Justice in The Hague. He shaped the practice of international law for many years.







domingo, 19 de noviembre de 2023

La norma y la imagen: materiales audiovisuales para la enseñanza derechos humanos (XVII): Solidarity Crime

The filmmaker Nicolas Braguinsky Cascini and the social anthropologist Juan Pablo Aris Escarcena (PhD, University of Sevilla - Spain) have independently written, filmed and produced the thought-provoking documentary: "Solidarity Crime. The borders of democracy", which was screened for the first time in Geneva last month (November 2019). This is an impressive work aimed at generating debate around the criminalisation of solidarity actions towards migrants across the borders of Europe. 

The documentary Solidarity Crime was filmed in 14 cities across 5 countries: Ventimiglia, Palermo, Catania, Riace (Italy); Menton and Breil-sur-Roya (France); Geneva, (Switzerland); Seville, Granada, Ceuta and Melilla (Spain); and Nador (Morocco). It is the protagonists themselves who lead the narration telling their own stories, allowing the viewers to draw their own conclusions around one main question: «First, it was the migrants to lose their rights; then, those who stood in solidarity. Who will be next?» 

En Nicolás Braguinsky Cascini 



sábado, 18 de noviembre de 2023

La norma y la imagen: materiales audiovisuales para la enseñanza derechos humanos (XVI): The Gourougou Trial de Simón Casal y Santi Palacios


Dos jóvenes africanos, víctimas de una devolución en caliente en la valla de Melilla, reclaman su derecho a tener derechos en un juicio ante el Tribunal de Estrasburgo. Para sus dos abogados defensores no solo es una oportunidad para obtener justicia del caso concreto, también es un caso que puede generar jurisprudencia y sentar las bases del futuro de los derechos en toda Europa


Ver en este enlace: The Gourougou Trial de Simón Casal y Santi Palacios




miércoles, 1 de noviembre de 2023

¿Dónde está...?

 



¿Dónde está Wally? es una serie de libros creada por el dibujante británico Martin Handford en 1987.

Un artículo sobre la tortura como diseño en El Hype: Fernando Botero, Bob Brecher y Denis Villeneuve

(Un extracto de un artículo en El Hype)


Dicen que Denis Villeneuve rodó un comienzo alternativo para Sicario (2015) de manera que lo primero que vería el espectador sería una tortura: la llevaría a cabo del personaje interpretado por Benicio del Toro y, de acuerdo con los estilemas más reconocibles del autor quebequés, se trataría de una manifestación cruda e incómoda de la violencia ejecutada por alguien que luego se relaciona extrañamente con el mundo y con las cosas.

Y no resulta difícil pensar en ese inicio descartado, porque la tortura siempre fue una constante del cine de Villeneuve, en Incendies, la adaptación de la tragedia de Wajdi Mouawad, el hijo tortura y viola a su madre. ¿Se convierte luego en hermano de los gemelos Jeanne y Simon Marwan? ¿Se convierte en padre de los hijos de la mujer que canta? En Incendies la tortura devasta. Y en Prisioneros, (Denis Villeneuve, 2013) la tortura más viscosa –aquella de la que, al parecer, es capaz un hombre en nombre de la vida de su hija– hace que el espectador no solo se revuelva en su silla sino que se revuelvan muchas convicciones o mejor, ideas previas relativas a la tortura.

Y a desmontar la retórica de la tortura está dedicado el ensayo de Bob Brecher, Tortura. Hay una bomba a punto de estallar (Altamarea, 2022), un texto con prólogo de Zurita, traducción del profesor de Filosofía moral Vicente Ordóñez y que ha despertado en mí, precisamente la semana de la muerte del colombiano Fernando Botero (uno de los artistas contemporáneos más sensibles al horror de la tortura), emociones raras mucho tiempo después de que me salieran las primeras canas justamente por investigar en La tortura: aspectos sociales y ético-culturales la sádica pericia del ser humano en desollar vivo, mutilar, electrocutar o simplemente lastimar con sadismo el cuerpo y el espíritu de su semejante.

Hay algo profundamente indecente ya solo en el hecho de entrar a debatir acerca de la tortura porque la prohibición de la tortura es y debe seguir siendo absoluta. La prohibición de la tortura desde los célebres textos del ilustrado italiano Cesare Beccaria a las declaraciones de derechos humanos son un hito cultural (entendida la cultura en una hermosa acepción ligada no a los toros o la cocina sino a la idea moderna de progreso normativo). La tortura lleva a desear la propia muerte, la tortura es lo peor que puede hacer un ser humano a otro y no es admisible ni jurídica ni moralmente bajo ningún supuesto.



Pero como de tanto en tanto cobra aliento el tema y regresa el hedor de los que defienden la tortura en ciertos casos (como el del padre que tortura al joven que ha secuestrado a su hija en Prisioneros, el film de Villeneuve), el eje del ensayo de Brecher, filósofo y profesor en Brighton, gira alrededor de la refutación de los argumentos más conocidos: los del siniestro catedrático de Derecho de Harvard, Alan Dershowitz, quien avaló tras los atentados del 11S una suerte «trato especial» regulado en nombre de la seguridad y los supuestos deberes de las fuerzas encargadas de mantenerla. Tanto Dershowitz como sus renovados seguidores se empeñan en introducir el debate sobre la tortura o en avalar activa o pasivamente con su silencio las prácticas de gobiernos poderosos que recurren a ella. El argumento principal que utilizan es que hay casos en los que esta es necesaria para salvar vidas y habitualmente recurren una proyección mental (una suerte de relato): imagine que se detiene a un terrorista que ha colocado, o sabe dónde se ha colocado, una bomba a punto de estallar. ¿No lo torturaría para evitar un mal mayor?

Tortura. Hay una bomba a punto de estallar, a pesar de no contener argumentos de fondo estrictamente novedosos (para aquellos que leímos la obra de autores como Tomás y Valiente o Massimo La Torre, por ejemplo) sí tiene el mérito de situar perfectamente la cuestión de la ficción en el centro de la problemática sobre la tortura: la invención narrativa del supuesto de la bomba de relojería opera como «marco» (frame en los términos de George Lakoff, añadimos nosotros) capaz de hacer plausible, deseable o incluso debido el recurso a la tortura. Lo hace además con ciertos descubrimientos relacionados con la periferia de lo falaz: cuando cala la idea de que torturar a un ser humano para extraerle (el término tiene ecos de David Cronenberg) información sobre una bomba a punto de estallar y alguien dice Yo le torturaría, ¿lo torturaría él mismo? ¿sabría cómo hacerlo? Y, si no supiera cómo romper la resistencia física de su semejante, ¿dónde podría aprender? ¿quién enseñaría el “arte de torturar”? ¿con quién practicaría? ¿incluiría el gobierno asignaturas optativas sobre torturas y violaciones a los hijos del sospechoso?



Continua en «Desactivar la tortura y dejar explotar la bomba: Fernando Botero, Bob Brecher y Denis Villeneuve», por Jesús García Cívico, Revista cultural El Hype

Biblioteca: La norma y la imagen


 

martes, 10 de octubre de 2023

Biblioteca La norma y la imagen (cine y derecho): Vértigo según Robert S. Pippin


Robert Buford Pippin (14 de septiembre de 1948) es un filósofo estadounidense, profesor en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Chicago. Pippin obtuvo su licenciatura en inglés del Trinity College en Hartford, Connecticut. y su Ph.D. en filosofía de la Universidad Estatal de Pensilvania bajo la dirección de Stanley Rosen, uno de los discípulos de Leo Strauss. Antes de mudarse a Chicago, enseñó durante un gran número de años en el departamento de filosofía de la Universidad de California en San Diego, donde ha contado con Henry Allison y Herbert Marcuse entre sus colegas. En 2009 fue el catedrático Spinoza de Filosofía en la Universidad de Ámsterdam. ​ Desde 2014 es PhD honoris causa en la Universidad de Uppsala, Suecia. ​ Pippin es  conocido por su trabajo sobre Hegel y por su aproximación al campo «Cine, literatura y filosofía» con artículos y libros sobre Kant, Nietzsche, Marcel Proust, Hannah Arendt, Leo Strauss y Henry James.

En Interanimations, Pippin incluye una larga discusión con Žižek que termina con una referencia a Vértigo, a propósito de lo que en la película de Hitchcock supone la pérdida de una pérdida. Por otro lado Pippin analiza otra corriente que incluye a Schopenhauer, Nietzsche, Heidegger y a Stanley Cavell, según la cual las obras de arte serían «dimensiones ontológicamente reveladoras de la presencia del ser o del mundo, de su ocultación o de su vínculo con nosotros», que tiene relación con su proyecto de ecos habermasianos una modernidad inacabada. (que Pippin ha estudiado en los campos de la pintura y la literatura, especialmente en las novelas de Henry James.)

Pippin ha publicado este libro sobre Vértigo de Hitchcock subtitulado «las ansiedades del desconocimiento» y su acercamiento al cine se basa en las reflexiones filosóficas de Hegel sobre el significado de las artes. 

La imposibilidad de disociar la atención a una obra de arte en la atención a la forma y la atención al contenido afecta a la estética de la recepción; exige, sobre todo, la suposición de lo que Pippin ha estudiado como inteligencia detrás de la cámara. Esa exigencia, y esa inteligencia, serían responsables de la trascendencia a la que el cine puede llegar en el campo de lo mejor que el ser humano haya pensado, como decía, con tonos vinculados a la idea de cultura y progreso que manejamos aquíu, Matthew Arnold. En este ámbito Pippin ha estudiado los géneros del western o el noir, quizás los más genuinamente americanos, que trascienden el mito o el fatalismo para lograr una comprensión lúcida de nuestra época. Así el análisis de La diligencia de John Ford y el de Retorno al pasado de Jacques Tourneur​ y en su análisis de otro film de Hitchcock La sombra de una duda en que Pippin dice «por todas partes en Hitchcock nos encontramos con la sombra de una duda».



 

lunes, 9 de octubre de 2023

Retrato del fascista como vampiro: El conde, de Pablo Larraín


Comedia negra que imagina un universo paralelo inspirado en la historia reciente de Chile. Retrata a Augusto Pinochet, símbolo del fascismo mundial, como un vampiro que vive escondido en una mansión en ruinas en el frío extremo sur del continente. Alimentando su apetito por el mal para sostener su existencia. Después de doscientos cincuenta años de vida, Pinochet ha decidido dejar de beber sangre y abandonar el privilegio de la vida eterna. Ya no puede soportar que el mundo lo recuerde como un ladrón. A pesar del carácter decepcionante y oportunista de su familia, encuentra nueva inspiración para seguir viviendo una vida de pasión vital y contrarrevolucionaria a través de una relación inesperada.




«Logra el difícil reto de construir una sátira alrededor del dictador y su impacto en el Chile de hoy en día sin banalizarlo ni olvidar sus atrocidades (...) Ambición, diálogos inteligentes, una hermosa fotografía en blanco y negro. En tres palabras: cine de autor.»

Tommaso Koch, El País

martes, 26 de septiembre de 2023

Dos películas sobre el proceso judical a los comandantes de la dictadura argentina




Esta semana en San Sebastián (clausurando la sección Zabaltegi-Tabakalera), pero el día 5 de octubre en Filmin podremos ver la película documental El juicio (Ulises de la Orden, 2023). 

De acuerdo, con nuestra plataforma de cine preferida «la película ordena y sintetiza las 530 horas de grabación del conocido juicio a las Juntas Militares de 1985 en Argentina, el proceso en el que fueron juzgados por crímenes de lesa humanidad Jorge Rafael Videla y el resto de responsables de la dictadura (1976-1983)». 

Es el mismo proceso judicial que retrataba la película muy floja cinematográficamente pero imprescindible moralmente (todo esto ya lo digo yo) Argentina 1985, de Santiago Mitre, protagonizada por Ricardo Darín y nominada al Oscar a la Mejor Película Internacional.




viernes, 1 de septiembre de 2023

Autocensor

Un artículo en El Hype (original aquí) 


La autocensura es el resultado de un cálculo que realiza un autor a resultas del cual omite una parte de la obra o cambia algunos términos inicialmente previstos para evitar consecuencias que estima negativas: reducción de posibilidades de publicación, perdida de lectores (en una particular representación del lector), denuncia de ofensas simbólicas y otras acciones de boicot bajo esa expresión un tanto contradictoria que llamamos «cultura de la cancelación».

Antes, en el ámbito privado se evitaba hablar de la familia o contar historias íntimas para no dañar, se sorteaban referencias directas o alusiones a personas identificables para evitar demandas. En el ámbito público, después de los tiempos pre-code, la autocensura se anticipaba preventivamente a los que vigilaban hipócrita, estúpida o cínicamente los discursos contra la guerra, las ideas de izquierda o la moral sexual. El mejor libro a este respecto es, a mi juicio,  Hollywood censurado del profesor de Comunicación de la Universidad de Missouri Gregory D. Black. Hoy, en la época global new-code, el autor se pone en la fina piel de un lector sensible poco abstracto. Se autocensura para no ofender al amour-propre de un colectivo, a una imagen embellecida de sí ante los demás, pero también por no hacer daño a la persona que más se quiere, esto es, para no lastimar la imagen mejorada del gran ofendido: uno mismo.

Y es que estamos acostumbrados a plantear la censura como amputación o recorte, pero en principio, nada impide que la autocensura se traduzca no tanto en la omisión, sino en la inserción en el texto de una serie de añadidos forzados, guiños temerosos, duplicaciones ortopédicas o paréntesis profilácticos que denoten que el autor hace un esfuerzo formal por evidenciar que está del lado del censor, sea este claro o difuso, real o latente.


Ron Mueck


Aquí, la autocensura se parece más a una concesión a la moral o al poder de representación correcta dominante. En este último sentido se me ocurren dos ejemplos (una antiguo, otro reciente) que subrayan el carácter histórico y dinámico de la autocensura en el siglo XXI.

Bajo el dominio cultural de la Iglesia, en un tiempo en que el arte y el pensamiento comenzaban a abandonar su instrumentalidad respecto a la teología, la autocensura se manifestaba con algún tipo de formalidad precavida, un buen ejemplo es el famoso prolegómeno de Hugo Grocio a De iure belli ac pacis (1625) cuando a propósito de sus innovadoras ideas de un derecho internacional universal dijo de estas normas que «valdrían de algún modo aun cuando se admitiera —lo que no podría hacerse sin incurrir en un crimen horrendo— que no hay Dios o que, si lo hay, no se interesa en las cosas humanas».

Cientos de años después, en Nuestra parte de la noche, la novela de la (por otra parte, magnífica escritora) Mariana Enríquez ganadora del premio Jorge Herralde en 2019, en la descripción de la belleza del joven Gaspar se dice que éste enamoraría a todas las chicas, y a todos los chicos o que le sería fácil conquistar a quien desease, fuese hombre y mujer, etc. etc. y lo llamativo es que la duplicación y la adhesión al sexo fluido tan de moda hoy ocupa mucho espacio en una novela ya de por sí algo larga a rabiar.


Tío Vania

En ambos casos el añadido funciona, o bien sinceramente o bien estratégicamente, como una precaución por la que se evita la reacción de los ofendidos anónimos, de los racializados, de los heridos por causas vigentes o del pasado, por la línea frívolamente dolorida de Amanda Gorman, por la reacción de un lector sensible (sensitive reader) al servicio de la editorial.

La autocensura incluye lo que decimos de menos y también lo que decimos de más y si reflexionamos sobre ella podríamos llegar a dar con algunas claves para su mejor comprensión. Ahí van algunas:

#1 La primera es que conviene tener en cuenta que incluso si resulta evidente que hoy en día hay algún tipo de freno en el autor, la cuestión de qué tipo de amenaza hay detrás no es algo baladí. El grado importa y mucho. No cabe frivolizar porque no hay (al menos en nuestro país y hasta las próximas elecciones) un comité de actividades antiamericanas, ni un clan talibán, ni un aparato fascista, ni una institución religiosa, al modo de la Inquisición.

La censura franquista fue mucho, mucho peor que la neofascista (la que campa censurando Buzzlightyear por un beso, sin ir más lejos) y esta última es más ridícula que el tipo de autocensura difusa de hoy. Pero, ya el gran poeta y premio Nobel ruso Joseph Brodsky solía decir que en la antigua Unión Soviética el censor más efectivo habitaba en la mente de cada uno, una suerte de proyección del apparatchik «al final del pasillo de la oficina».

#2 Dado que, en gran medida, la autocensura resulta de un cálculo estratégico, la auto-represión es doble: del lado del hacer, se traduce en la elección de temas de moda, o en la participación gregaria en formatos mainstream, en un exceso de comodidad o en cierta borrachera de pensamiento y arte que lleva a la confusión: la confortable literatura «islámica» según expresión de Américo Castro, aquella que protege al autor y a la obra moral, estética, poética y jurídicamente. ¡Todo mezclado y a la vez! Asumir que la literatura debe contener pretensiones didácticas y moralizantes es hoy por hoy, en los tiempos de la emopolítica, el giro afectivo y la democracia sentimental (Arias Maldonado), una forma de auto-coacción orientada a venderse uno mejor.

#3 La autocensura también puede ser pensada junto a las interpretaciones erróneas de la ética en la literatura. Uno diría que una forma interesante de autocensura consistiría en no caer en la nueva trampa de la empatía y la moralina, los lugares morales comunes o la representación visualmente correcta de la diversidad: la impotencia política (la constatación de que hay cosas importantes que no podemos cambiar con nuestra participación democrática) no debe empujarnos a la fe en la superpotencia de la representación simbólica: cambiar en la ficción lo que no podemos cambiar en la realidad pueda caer en el tokenismo o la pura ornamentación.

#4 Hay un deber ser a favor del viento, una suerte de esnobismo o Grandstanding moral, convenientemente explotados por la industria cultural sin que misma moral tenga nada negativo. Estoy pensando en el mutante como metáfora de la valoración de la diferencia y la gestión de Victoria Alonso (argentina, mujer, emigrante, LGTBI) al frente de Marvel Studios. Lo importante es retener que el juicio estético de una película, una serie o una novela (por limitarnos a las artes narrativas que transcurren en el tiempo) es distinto del juicio moral (a George Steiner no se le escapa que el personaje de Shylock esta estereotipado, pero eso no impide que Shakespeare entre en su canon).

Una obra se mide por su artisticidad. Lo que es válido para los estudios culturales no lo es para la crítica del arte (la peligrosa línea del Occidentalismo del bueno de Edward Said). El criterio moral y el estético no deben confundirse: una película puede proponer valores y estar cargada de buenos sentimientos y ser un fiasco pretencioso en términos artísticos. Como dejó dicho Boris Vian, las buenas intenciones morales llenan las malas novelas. Llegará un día, y ese día será hermoso, en que los personajes LGTBIQ+ y cualquiera individuo racializado podrá ser tan malo como el redneck más vilipendiado: un hito de la ficción y la igualdad.

#5 También es posible que compartir esa moral dans le vent suponga incurrir en algún tipo de servidumbre mercantil: la integración de las cláusulas morales características de las empresas de zapatillas de deport, plegarse a llevar una vida exteriormente modélica bajo la amenaza de perder un patrocinio comercial, pero… ¿quién se cree nadie para gozar de un patrocinio comercial? ¿No deberíamos todos mandar a las grandes corporaciones a pastar? Quizás el mejor camino para no caer en la autocensura sea buscar no el éxito o la aprobación de la mayoría, sino el reconocimiento de algunos a los que admiramos.

#6 Quizás interese repasar de tanto en tanto los argumentos de todos, así, la idea de las audiencias emancipadas de Gonzalo Torné, la penetración psicológica de Caroline Fourest, la mirada más analítica de Gisèle Sapiro, la provocación de Lucía Lijtmaer, o el regreso a categorías clásicas de Fernando Vallespín o Pablo Stefanoni, entre otros, y leer tanto los excesos liberales (a menudo inconscientemente dogmáticos, pero siempre valiosos de la línea Letras Libres: Aurora Nacarino-Brabo, Soto Ivars, Luis Reséndiz…), como a Jonathan Haidt, el subtexto político poco woke de Terry Eagleton, las tertulias sobre literatura de la escuela Selecta o el cinismo de Peter Sloterdijk en «¿Dónde están los amigos de la verdad?».

#7 Otro apunte: los excesos del discurso de la censura (¡me siento censurado, por decir negrata, maricón, zorra o subnormal!) encubren a menudo posiciones retrógradas o un humor racio-malo y demodé superado por un cierto progreso de la sensibilidad moral.

Libros recomendados


#8 Puede ser interesante abordarlo desde la crisis de la crítica literaria: antes de que deviniera ejercicio hiperbólico de mercadotecnia, había críticos capaz de integrar las reflexiones sobre cortapisas, tabúes, concesiones y autocensura moral junto a la perspectiva psicoanalítica en una reseña literaria o cultural. Parafreseando a Peter: ¿Dónde están los amigos de la crítica literaria de verdad.

#9 Otra vía sobre la que invito a reflexionar son las relaciones entre la autocensura y algunos aspectos positivos del cambio social (el declive poético de las impertinencias racistas no buscadas, los sesgos no meditados, las descripciones indeliberadamente superficiales, los personajes esquemáticos, algunos niveles de machismo inconsciente) de lo que en otros lugares (Ficciones, las justas) llamamos «nueva sensibilidad».

#10 Es recomendable pensar la autocensura como un dispositivo que opera de la misma manera que la censura exterior: no solo limitando lo que pueda ofender sino ocultando las auténticas causas del malestar. La censura de filmes nasty y gore en Reino Unido como si fueran responsables del aumento de la violencia pretendía ocultar los nefastos efectos de las políticas neoliberales de Margaret Thatcher en relación con urbanismo, vivienda, garantías laborales o protección sindical. Lo contó muy bien Prano Bailey-Bond en Censor (2021)



Censor
 (Prano Bailey-Bond, 2021).

#11 Hay un tipo de censura que, de acuerdo con autores como Cristopher Lasch, se ha abierto paso como corolario de la sociedad narcisista, la imposibilidad de diferenciar lo privado de lo público, lo subjetivo de lo objetivo, los deseos propios de lo real, la imagen del espejo, los otros del yo: el anti-intelectualismo. Convendría, pues, pensar si no es esta la peor forma de autocensura en los nuevos tiempos contrailustrados y agresivos con la razón: evitar ideas complejas o perspectivas ya recorridas por autores «difíciles» para no herir el ego del lector. En este punto me gustó mucho el ensayo de Pau Luque Las cosas como son. Es mejor sugerir herramientas sofisticadas para que el lector comprenda el complejo presente que dejarlo tal como está.

#12 La sociedad parece cada vez más infantilizada. Se abusa de la opinión frente al conocimiento, de lo subjetivo frente a lo objetivo (o lo que es intersubjetivo, como el juicio del gusto), y una política cultural en la que se amortiza la banalidad o sale rentable la moralina es el caldo de cultivo ideal para la censura difusa: el capitalismo se está adaptando muy bien al moralismo de forma paralela a cómo en el ámbito de la opinión pública asistimos a una nueva horizontalidad, al desdén por el experto y al recelo del profesional.

Lo que para mí significa la palabra cultura es indesligable del tabú, de cierto olfato para el tabú (como el término elitismo). Hablar del tabú ya es tabú, pero cabe preguntarse por qué élite ha devenido un término inadmisible en el ámbito cultural cuando es moneda de cambio habitual en el mundo de los negocios (las listas de mega-millonarios) o en las de mejores futbolistas del año, cabe preguntarse por qué ya nadie habla de diferencia espiritual en un sentido laico del término, ni de belleza, ni de méritos, ni de verdad, ni de alguna cosa más que me debo autocensurar.