jueves, 27 de febrero de 2020

La norma y la imagen: Hijos de los hombres: Nietzsche y Zizek

«Por supuesto, Hijos de la noche no es una película acerca de la infertilidad biológica, sino que trata de una infertilidad que hace mucho tiempo diagnosticó Friedrich Nietzsche, cuando percibió que la civilización occidental se movía en dirección al «último hombre», una criatura apática sin grandes pasiones o compromisos, incapaz de soñar, cansada de la vida, que no asume riesgos, que solo busca su comodidad y seguridad, una expresión de tolerancia mutua: «Un poco de veneno de vez en cuando produce sueños agradables. Y mucho veneno al final, para tener una muerte agradable. La gente continúa trabajando, pues el trabajo es un entretenimiento. Mas procura que el entretenimiento no canse. [...] La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche, pero honra la salud. "Nosotros hemos inventado la felicidad", dicen los últimos hombres.

Nosotros, habitantes de los países del primer mundo, encontramos cada vez más difícil imaginar una causa pública o universal por la que estaríamos dispuestos a dar la propia vida. De hecho, la división entre el primer y el tercer mundo tiende cada vez más a la línea de una oposición entre levar una vida larga y satisfactoria llena de riqueza material y cultural y dedicar la propia vida a alguna causa trascendental. ¿No es éste el antagonismo entre lo que Nietzsche llamó nihilismo "pasivo" y "activo"? En Occidente nosotros somos los "últimos hombres", inmersos en estúpidos placeres, mientras que los musulmanes radicales están dispuestos a arriesgarlo todo, implicados en un combate nihilista hasta el extremo de su autodestrucción. Lo que está desapareciendo de forma gradual en eta oposición entre los que están "dentro", los "últimos hombres" que moran en asépticas urbanizaciones cerradas, y los que están "fuera" son las viejas clases medias de siempre. La "clase media es un lujo que el capitalismo no puede seguir permitiéndose". El único lugar en Hijos de los hombres donde una extraña sensación de libertad nos invade es en Bexhill on Sea, una especie de territorio virgen al margen de la omnipresente y sofocante opresión. El pueblo que mantienen sus habitantes, que son inmigrantes ilegales, está aislado por un muro y se ha convertido en un campo de refugiados. La vida prospera aquí entre manifestaciones fundamentalistas islámicas, pero también entre actos de auténtica solidaridad. No debería de sorprendernos que la extraña criatura, el bebé recién nacido, aparezca aquí. Al final del film las fuerzas aéreas bombardean despiadadamente Bexhill on Sea.»

Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Madrid, Alianza, 1999.
John Gray, Straw Dogs, Londres, Granta, 2003, pág. 161 (trad. cast. : Perros de paja: reflexiones sobre los humanos y otros animales, Barcelona, Paidós, 2003. 



Slavoj Zizek. Sobre la violencia, Seis reflexiones marginales. trad. del inglés: A. J. Antón Fernández. Buenos Aires: Paidós, 2009, 288 pp., págs. 43-44.


Hijos de los hombres, Alfonso Cuarón, 2006