jueves, 25 de septiembre de 2014

Stanley Cavell y la comedia (política) de enredo: The Barcelona Story


´«En el amplio imaginario del poder, el glamour solo es un apéndice grosero.»
J. G. Cívico, Una casa holandesa



"El tercer origen de mi interés por el perfeccionismo, el que me alentó a pensar que quizás hubiera en él un conjunto de ideas que merecieran ser comunicadas a los demás, fue mi reconocimiento de que el género de las comedias hollywoodienses que había comenzado a estudiar a mediados de los años 1960 (y a las que denomino “comedias de enredo matrimonial”) en La búsqueda de la felicidad) desarrollaban ideas del perfeccionismo emersoniano. (La presencia de esas ideas en los melodramas de la mujer desconocida revela que esos films derivan, a mi juicio, de su primo cómico.) 


Adam´s rib, Cuckor, 1949


Los ejemplos clásicos de comedias de enredo matrimonial, que se extienden de 1934 a 1949, son en mi opinión los films: The Philadelphia Story (George Cuckor, 1949, con Katherine Hepburn y Gary Grant), Bringing up baby (Howard Hawks, 1938, nuevamente con Hepburn y Grant), Adam´s rib (George Cuckor, 1949, con Hepburn y Spencer Tracy), The awful truth, (Leo McCarey, 1937, con Grant e Irene Dunne), His girl friday (Hawks, 1940, con Grant y Rosalind Russell), The lady Eve (Preston Sturges, 1941, con Barbara Stanwick y Henry Fonda) y It happened one night (Frank Capra, 1934, con Clark Gable y Claudette Colbert), todos ellos realizados por maestros de Hollywood de la época.






Consideraba que había en ellos dos piedras de toque para la asociación de estas comedias con el perfeccionismo: la primera es el acento que estos films ponen en el hecho de volverse (o convertirse en) cierta clase de persona (la misma pero diferente); la otra es la abundancia en estos films cuyos diálogos figuran entre las glorias del cine mundial, de conversaciones espirituales, pero también confrontaciones y cuestionamientos, y la ausencia notable de conversaciones sobre problemas morales habituales –casi como si las perplejidades de las condiciones de la vida moral ordinaria, las cuestiones vinculadas con la igualdad o los conflictos entre la inclinación y el deber, o entre diferentes deberes, o entre los medios y los fines, no plantearan ninguna dificultad intelectual a esas personas–. 





Este segundo rasgo, bastante sospechoso sin duda alguna, aparece de diversas maneras. Es evidente en la siguiente réplica de His girl Friday, que cité en el comienzo: “¿De dónde has sacado esas historias de ética?”; o, una vez más, en una secuencia de Adam´s rib: el marido Adam dejó a su mujer Amanda tras una amarga e incluso violenta discusión sobre la diferencia entre hombres y mujeres y vemos a Amanda tomando un trago con su playboy vecino/cliente de palier. No parece en absoluto conmovida por sus avance amorosos, pero le confiesa distraídamente en ese momento su impaciencia y su enojo ante la súbita incapacidad de Adam de estar a la altura de su concepción de la igualdad en el matrimonio. Cuando el vecino (Kips) sugiere que Adam tan sólo está enojado porque perdió contra ella en la corte (ambos son abogados), Amanda le dirige una áspera mirada de desdén y prosigue con su parrafada, como si la bajeza de los motivos morales atribuidos a las acciones del hombre con quien se ha casado tan sólo revelara el carácter moralmente retrógrado de la sensibilidad de Kips. 
Más tarde en el film, en el momento en que la pareja está retomando la senda de la vida en común, concluye una conversación privada ya iniciada en la oficina de su contador mientras lo ayudaban a identificar posibles deducciones fiscales y, para gran sorpresa del contador, salen a las apuradas de su oficina gritándole:






 “¡Oh, cuente todo, nos gusta pagar impuestos”, como si los trucos de los pecadores ordinarios estuvieran por debajo o por encima de ellos.






La otra diferencia crucial que caracteriza la moralidad de las comedias de enredo matrimonial como perfeccionista, aquella que consiste en convertirse en una persona nueva o diferente, aparece por todas partes…"






Texto: Stanley Cavell, El cine, ¿puede hacernos mejores?, Katz. 2009, p. 127.