jueves, 18 de abril de 2019

Una revolución extraña y el deseo de ser punk


«En casa, mi padre estaba viendo el telediario; no parecía triste ni de mal humor. Le pedí que me contara la historia de la canción de la revolución de los claveles. Me la había contado el año pasado, pero ya no me acordaba bien. De lo que sí me acordaba era de que esa revolución había empezado con una canción que pusieron por la radio.
Mi padre quitó el sonido de la tele y me dijo que él tenía más o menos mis años cuando fue esa revolución. Hubo dos canciones que sirvieron de señal. La primera sonó a las once de la noche, se llamaba «Y después del adiós», era para pedir que todo el mundo estuviera preparado. La segunda, «Grândola, Vila Morena», fue la que se hizo más famosa, sonó a las cero veinticinco de la noche del día 25 de abril. Era la señal para que los capitanes revolucionarios y todos los que estaban con ellos ocuparan los puntos estratégicos del país.
Fue una revolución extraña impulsada por militares de izquierdas que estaban en contra de la guerra colonial y secundada enseguida por millones de personas cansadas de la pobreza, de las dificultades de una política sucia«

Belén Gopegui, Deseo de ser punk, Barcelona: Anagrama, 2009, pp. 145-146.