lunes, 22 de julio de 2013

rastros de "rastros de carmín" (1)

 

                      A Carmen M., elegante dadora de libros
  




 «Siempre hay una canción bajo cuya música nos creemos más fuertes aunque no mejores».
         Orlando Osorio, Una casa holandesa: aforismos en Word, poemas con auto-reverse, Editorial Paris, Texas, 2013.






"Al escuchar ahora el disco -al escuchar la manera en que Johnny Rotten desgarra sus versos y luego aúlla los pedazos al mundo; al recordar la arrolladora sonrisa que exhibía al cantar- un escalofrío me recorre la espalda, mi cráneo empieza a sudar y tengo que dejar de escuchar. «Cuando escuchas a los Sex Pistols, Anarchy in the UK -dijo una vez Pete Townshend de los Who-, lo que de inmediato te sorprende es que esto está pasando realmente.» He ahí un tipo con la cabeza sobre los hombros, que ahora mismo te está diciendo algo que sinceramente cree que está ocurriendo en el mundo, y te lo dice con verdadera virulencia y verdadera pasión. (...)

No es más que una canción pop (...) un artículo de consumo barato, y Johhny Rotten no es nadie, un delincuente anónimo cuyo mayor éxito, antes de aquel día de 1975 en que fue visto en la tienda de Malcom McLaren en King´s Road, Londres, había sido irritar de vez en cuando a los transeúntes. Es una broma..., y aún así, la voz que la transmite permanece como algo nuevo en el rock´n´roll, que es lo mismo que decir algo nuevo en la cultura popular de postguerra: una voz que renegaba de todos los hechos sociales, y que al negarlos afirmaba que todo era posible (...)

Los Sex Pistols eran una propuesta comercial y una conspiración cultural: habían sido lanzados para transformar el negocio musical y sacar dinero de esa tranbsformación pero Johnny Rotten cantaba para cambiar el mundo (....) Según los patrones de guerra y revoluciones, el mundo no cambió; volvemos la vista atrás desde una época en la que, tal como lo expresó Dwight D. Eisnehower, «las cosas son más como ahora de lo que lo han sido nunca». En contraste con las demandas absolutas tan brevemente generadas por los Sex Pistosl, nada cambió.(...)
Lo que sigue siendo irreductible de esta música es su deseo de cambiar el mundo. Es un deseo sencillo y patente, pero se inscribe en una historia que es infinitamente compleja, tan compleja como la interacción de los gestos cotidianos que describen la manera en que el mundo funciona. El deseo comienza con la exigencia de vivir no como un objeto sino como un sujeto de la historia -de vivir como si de hecho algo dependiera de las acciones de uno-, y esa exigencia se abre a una calle libre. Al maldecir a Dios y al Estado, al trabajo y el ocio, al hogar y a la familia, al sexo y el juego, al público y uno mismo, durante un breve tiempo la música hizo posible experimentar todas esas cosas como si no se tratase de hechos naturales sino de estructuras ideológicas: cosas que alguién ha hecho y que consecuentemente pueden ser alteradas, o incluso eliminadas. Fue posible ver estas cosas como chistes malos, y la música entró en escena como un chiste mucho mejor".

Greil Marcus, Rastros de carmín. Una historia secreta del siglo XX, trad. Damián Alau, Anagrama, Barcelona pág. 10-14.

jueves, 4 de julio de 2013

raphus solitarius


"El dodo o dronte (Raphus cucullatus) es una especie extinta de ave columbiforme de la familia Raphidae. Era un ave no voladora endémica  de las islas Mauricio, situadas en el océano Índico. El dodo, así como otras aves del océano Índico, entre ellas el solitario de Rodríguez  y el ibis sagrado de Reunión (Raphus solitarius), estaba relacionada con las palomas que habían dejado de volar para volverse terrestres.
La extinción del dodo a finales del siglo XVII, lo ha convertido en el arquetipo de especie extinta por causa de seres humanos (...)

El ser humano llegó a su hábitat en el siglo XVII. Las primeras noticias que se tuvieron en Europa del ave parecen datar de 1574; en 1581 un conquistador español llevó un ejemplar a Europa. 

Los descubridores portugueses llamaron "dodo" («estúpido» en el habla coloquial portuguesa) al ave por su torpeza y la facilidad con que podía ser cazada (el dodo evolucionó sin ningún contacto con seres humanos, por lo que no los veía como una amenaza)

(...)

La llegada del hombre acarreó la propagación de nuevas especies en la isla, incluyendo cerdos, macacos cangrejeros, perros, gatos y ratas, la aparición de nuevas enfermedades y la propia destrucción de los bosques, de los cuales dependía en gran medida la subsistencia del dodo. Como consecuencia se produjo la completa extinción de este ave un siglo después de la llegada de seres humanos a la isla. 

Sir Thomas Herbert, introductor de la palabra "dodo" le dedica en 1627  un dramático epitafio:
"Tienen un semblante melancólico, como si fueran sensibles a la injusticia de la naturaleza al modelar un cuerpo tan macizo destinado a ser dirigido por alas complementarias ciertamente incapaces de levantarlo del suelo".

Fuente: wikipedia
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