martes, 23 de enero de 2018

Dead Man Walking en el Real de la Ópera

«Cuando a Elmo Patrick Sonnier le llegó la hora de ser ejecutado en Luisiana, le pidió a la hermana Helen Prejean que no asistiera. “No quería dejarme esa cicatriz en el corazón. Pero le dije que cuando fuera a morir buscara mis ojos. Quería que se fuera de este mundo con una mirada de amor”. La monja católica autora de Dead Man Walking lo contaba este lunes en Madrid. Su libro da testimonio de su experiencia con diversos condenados en el corredor de la muerte. Inspiró una película dirigida por Tim Robbins en 1995 y ahora una ópera, compuesta por Jake Heggie, que se estrena este viernes en el Teatro Real.


Lleva 20 años en cruzada perpetua por su abolición. Camina como comiéndose el suelo del teatro donde verá de nuevo reflejada su historia. Ladeada pero firme. Y cree que su senda ha dado algún resultado. “Hace más de 30 años, el 80% de los estadounidenses apoyaba la pena capital. Ahora estamos mejorando”.

Aquella experiencia le cambió la vida. Entonces no tenía idea de dónde se metía. “No supe muy bien qué hacía. Cometí muchos errores”, confiesa. La empujaba un instinto de búsqueda profunda en medio de una espesa y sofocante niebla interior. Cree que fue una llamada para reestablecer la dignidad de aquellos seres profundamente alejados de toda empatía con lo humano. Así se convirtió en lo que llaman asesora espiritual. Desde que Sonnier se puso en sus manos, Helen Prejean ha acompañado a seis más.

Con casi todos mantiene un pulso. Parecido al que se echan entre sí Sean Penn y Susan Sarandon en pantalla. O ahora la mezzosoprano Joyce DiDonato y el barítono Michael Mayes en escena, al cantar la ópera. “Se trata, en gran medida, de darles la vuelta a su identidad. Convencerles de que también han sido víctimas de su cobardía al cometer un crimen. Conducirles a aceptar su propio remordimiento”... »