domingo, 19 de febrero de 2012

trilogía de una crisis

difundiendo la palabra en el abismo: la doctrina del shock, winterbottom y whitecross, 2011
The shock doctrine, Michael Winterbottom y Mat Whitecross, Reino Unido, 2011
basado en el libro de naomi klein: "la doctrina del shock": los gobiernos aprovechan los periodos de crisis económicas, guerras, ataques terroristas, ect. para llevar a cabo medidas despiadadas como asaltar los intereses públicos y poner en marcha reformas a favor del libre mercado, otra historia no oficial del libre mercado, desde chile hasta rusia, desde sudáfrica hasta canadá la implantación del libre mercado responde a un programa de ingeniería social y económica que naomi klein identifica como «capitalismo del desastre», narra la forma en la que los chicago boys de milton friedman, utilizaron el descubrimiento de los electroshock de la psicología para borrar los recuerdos y regresar al sujeto a un estado infantil, y poder reescribir su historia, lo trasladan al contexto socio económico de los países en vías de desarrollo, para propinar shocks económicos (alza de impuestos, eliminación de subsidios y políticas sociales, aumento de precios, etc.) y así, permitir mejor saquear los recursos naturales y enriquecer a las trasnacionales  

derechos en el mercado: especulando con la vivienda, un derecho fundamental
Mercado de futuros, Mercedes Álvarez, 2011

Una crítica en Cartelera Turia:
(2) MERCADO DE FUTUROS, de Mercedes Álvarez
LA FERIA DE LA ESPECULACIÓN
Principal representante de un tipo de cine documental que resalta por encima de todo su faceta artística frente a la científica, la realizadora Mercedes Álvarez reproduce el peculiar estilo que le dio tan buenos resultados en su primer largometraje, El cielo gira (2005), Premio Turia al Mejor Largometraje Documental, no tanto para informar al espectador mediante un mero desglose de datos propio del documental decimonónico sino para emocionarlo a través de un lenguaje audiovisual mucho más poético que funcional.
Partiendo del desalojo y derribo de una antigua casa, con sus muebles, libros y enseres personales cargados de memoria y de valor sentimental, Mercado de futuros intenta reflejar el fin de una época pretérita, de ritmos y costumbres ancestrales, y el principio de otra, caracterizada por la cultura de la especulación, la promesa de un rápido y fácil enriquecimiento y la obsesión por el éxito cuyas funestas consecuencias estamos padeciendo actualmente. Pasado y presente se combinan en una compleja radiografía de la sociedad actual: el labrador que cultiva sus frutas y verduras junto a las vías del tren o el vendedor de objetos usados viven totalmente al margen de esa feria especulativa formada por vendedores que prometen paraísos en plena fiebre inmobiliaria, brokers que juegan con los ahorros de la gente en el mercado financiero y los gurús del mundo empresarial que garantizan, previo pago, sueños inalcanzables. Dos mundos distintos viviendo bajo un mismo cielo.
A pesar de su evidente intencionalidad crítica y de su vocación didáctica, Mercado de futuros no acaba de sacarle todo el jugo a este retrato de la especulación. Es posible que lo que era útil para retratar la extinción de un pueblo de interior por el envejecimiento de su población y la emigración de sus jóvenes, con ese ritmo pausado, la ausencia de diálogo y predominio del silencio y planos de larga duración, no sea idóneo para describir un nuevo paradigma social. Quizá aquí sí hubiera sido necesario un discurso, una exposición de datos, que explicara todas las contradicciones, injusticias y perversiones de un sistema que juega con los sueños y aspiraciones de las personas. No obstante, el film logra concienciar al espectador sobre los peligros de ese comportamiento sin ética, del “todo vale” con tal de enriquecerse, del humo que hay tras esas promesas de prosperidad.
Pau Vanaclocha

los desalmados también están en las universidades
Inside job (Charles Ferguson y Audrey Marrs, 2011)
Cartelera Turia, Critica de Eva Peydró, en red
(3) INSIDE JOB, de Charles Ferguson
Didactismo de Oscar
Todo es mesura en Inside Job (2010), desde la exquisita y veraz dicción de Matt Damon a los encuadres, montaje, selección de personajes, banda sonora que puntúa sin pretensiones de coro de tragedia griega... por eso, el potencial del documental de Charles Ferguson deflagra de la manera adecuada, sin estridencias de megáfono, fuegos artificiales o efectismos innecesarios ni sloganes de manifestación. Aquí hay buen cine y didactismo puro sin manipulación ni griterío rabioso, porque su director sabe perfectamente que el material se vende solo, porque poner nombres y caras a los responsables del mayúsculo descalabro económico de nuestros tiempos funciona, porque revelar que la debacle ha sido cuidadosamente planificada por desalmados, nos pone rabiosos sí o sí, los gráficos no engañan, y ¿qué mejor propuesta que la más directa e impecable puesta en escena, sin trucos de agitador?
Ferguson no necesita demostrar, le bastan las entrevistas, los curricula y las imágenes de archivo que asocian banqueros a políticos y universidades a grandes inversores, en un “quién es quién” en el que solo faltan los que no quisieron colaborar. Durante las primeras sacudidas del horror, los malos fueron los banqueros, pero los nuevos y sorprendidos depauperados pronto ataron cabos: esta es la mejor parte de Inside Job, la revelación incontestable de los lazos que unen la banca tanto a las tramposas agencias de calificación, a la política, como a la universidad, en cuanto a avalista a sueldo de las iniciativas económicas de Wall Street, que desde los noventa ha convertido sus prácticas en una vertiginosa estafa piramidal, de dimensiones planetarias, donde ningún pequeño inversor sabe dónde están ni qué pasa con sus ahorros, porque se ha conformado con el señuelo del dinero fácil.
La cruzada contra la regulación ha sobrevivido a administraciones tanto demócratas como republicanas, sus apóstoles se han sentado a la derecha del Señor (llámese Reagan, Bush, Clinton u Obama), han pagado multas millonarias por seguir con su mala praxis hasta la hora de largarse y cobrar el finiquito y han evitado la cárcel en su totalidad. Ferguson lo recordó al recoger el Oscar que mereció su documental: nadie ha pagado sus robos más que con dólares, que no ha visto el ciudadano, al que se ha manipulado sistemáticamente y negado la información necesaria para que sea libre de decidir qué hace con su dinero o si es realista cuando firma una hipoteca. Las entrevistas son sobresalientes, los datos dejan a los malhechores sin réplica y la reacción de Fred Mishkin es digna por sí del Oscar, aunque consideramos que con la intervención de un psiquiatra de brokers aflora una moralina puritana innecesaria, ya que los pecados de la carne y el orgullo no son nada comparados con el robo, la prevaricación y la estafa a gran escala.