Las luciérnagas han desaparecido, y eso quiere decir que la cultura, en la que Pasolini reconocía hasta entonces una práctica-popular o vanguardista-de resistencia, se ha convertido en un instrumento de la barbarie totalitaria, confinada como está en el reino mercantil, prostitucional, de la tolerancia generalizada: «La profecía –realizada– de Pasolini se resume, a fin de cuentas, en una frase: la cultura no es ya la que nos defiende de la barbarie y debe ser defendido contra ella, es ese medio mismo en el que prosperan las formas inteligentes de la nueva barbarie»
George Didi-Huberman, Supervivencia de las luciérnagas, trad. Juan Calatrava, Ábada, Madrid, 2012 pp. 30-31