martes, 14 de abril de 2020

La norma y la imagen: Gitanos y "A ciambra" de Jonas Carpignano

Siempre he sentido simpatía hacia el pueblo gitano. Sobre todo por un elemento irreductible que tiene que ver con la oposición a ciertos fundamentos del mundo. Otra razón es que es de los pocos pueblos que no han organizado matanzas, ni gaseado a sus congéneres.

«Bernard  Leblon  recuerda  cómo  en  un principio  no  se  apreció  la diferencia;  parecían peregrinos huidos de los infieles, y portaban signos nobiliarios  (caballos  y  se  hacían  llamar duques). Los   gitanos   llegaron   a   España   en   1425, sorprende su atavío —mantas sujetas al hombro como  capas,  cabellos  largos,  argollas  en  orejas, insólita toca de mujeres-— Aunque desconcertados por su extravagancia, como su nomadismo pareció transitorio y, sobre todo porque ostentaban títulos, la recepción significó una “edad de oro”. Refugiados perseguidos a causa de su religión, gozaron de la protección  de  los  soberanos.  El  término  español “gitano”, como el inglés “gipsy” son testimonios del primero de una larga serie de equívocos. A partir de  ahí,  el  historiador  recuerda  la  persecución, escrita  por  los  verdugos,  el  proyecto  de aniquilación del otro en tanto que encarnación de la diferencia y por tanto del mal. La historia evoca la lenta metamorfosis de las mentalidades y saca a la luz cómo se inventaron para los gitanos crímenes atroces  para  justificar  la  furia  exterminadora25. Leblon  escribe  cómo  las  más  de  las  veces  tales delitos  eran  sólo  actos  de  resistencia  a  medidas represivas que prohibían su vestimenta o hablar su lengua. En cualquier caso, asombra la capacidad de supervivencia  de  este  pueblo  dispersado,  “en momentos en que las doctrinas hegemónicas van dejando paso a la duda y a la reflexión, osan alzar la cabeza para recusar cualquier forma de absorción por  un  modelo  de  sociedad  que  rechazan  sin titubeos  en  nombres  de  valores  que  les  son propios”. Junto al nacimiento de la Inquisición y la  expulsión  de  los  judíos,  se  da  la  primera  ley contra los gitanos».  




Uno de mis libros preferidos es La diferencia inquietante de la antropóloga Teresa San Román. También recomiendo la maravillosa y reciente película A Ciambra (Jonas Carpignano, 2018) producida nada más y nada menos que por Martin Scorsese.



Es una estampa de los gitanos calabreses y su relaciones con los emigrantes africanos en el fin de la niñez y de la inocencia (que en mi opinión tiene ecos de El padrino (Coppola, 1972) y de Un profeta (Audiard, 2009) y me gusta no solo porque se acerca sin juzgar, sino porque ha sabido captar ese elemento emocionante y conmovedor que está en el haber de este pueblo indomable, complejo y perseguido: el amor familiar, el respeto a los mayores.

Así vemos grupos de niños que fuman y se emborrachan en la mesa con unas abuelas en cuya mirada se puede leer la hermosa seguridad de que nunca las dejarán solas.


LEBLON, B.; Los gitanos de España. El  precio  y  el  valor  de  la  diferencia,  Barcelona:  Gedisa, 1993.

GARCÍA CÍVICO, J., «Haciendo desigualdad de la diferencia: meritocracia y derecho a la identidad cultural. A propósito de la posición del pueblo gitano», Cuadernos electrónicos de filosofía del derecho, núm. 19, 2009, págs. 1-23.