Herzogiana:
Lo que nos incomoda a la hora de juzgarnos es saber que el hombre hace cosas
monstruosas sin ser él mismo propiamente un monstruo.
Aforismos en Word, poemas con auto-reverse, Valencia, 2012.
La semana pasada descubrí que podía acceder desde la red a un texto sobre el uso de imaginarios que envié a una revista a la que siempre he tenido aprecio: los Anales de la Cátedra de Francisco Suárez.
Fue a raíz de un monográfico que la publicación de Málaga dedicó al conocido recorte de libertades y de derechos que en nombre de la seguridad siguió a los atentados de Nueva York. Me hacía ilusión escribir de derecho, de política y de inaginarios desde una película (escribir de normas desde las imágenes) y encima, hacerlo de una de Nigh Shyamalan, aún no del todo malogrado director, creador de atmósferas inquietantes y muy especiales.
"The Village" (Night Shyamalan, 2004) se tradujo en España con el tan engañoso como antitético título de "El bosque" |
"(...) ¿Qué imaginario resulta pertinente? Un primer uso de imaginario asocia el término a epifenómenos de la vida ordinaria con la misma finalidad con la que lo hacemos con el término estética, arte o poesía: así se dice, por ejemplo, el imaginario de Haruki Murakami, el imaginario de Paul Klee. Este primer uso no es pertinente, tampoco cuando gira sobre motivos procesales, así el muy imaginativo imaginario burocrático de Kafka. (...) La concepción propuesta por Castoriadis aporta una novedosa perspectiva al estudio de este dominio: imaginario no es el “universo” en la imaginación de individuos carismáticos, sino instancia social de creación de significaciones comunes y de sentido..(...) Un tercer uso de imaginario nos acerca más a la cuestión que nos ocupa. El imaginario permite construcciones mítico-imaginarias configuradoras de identidades socio-políticas que están en el origen de la guerra por la seguridad mundial.
Se trata de la asunción de un estatuto privilegiado, que convierte a una potencia hegemónica en garante de la seguridad mundial, no sólo en virtud de su poder militar sino a partir de una peculiar visión del mundo que cuenta con la sensaciónde un fuerte respaldo religioso y espiritual. Como mostrara Durkheim, la religión básicamente encarna ese ideal común que garantiza la conciencia colectiva que ordena al grupo. Y como recordaba Marí, el campo de referencias divinas ha sido fuente de inspiración de juristas que tomando figuras del imaginario de la religión legitimaron o desautorizaron a determinadas fuerzas políticas en el juego histórico de sus relaciones, convirtiendo el discurso del orden en poderoso instrumento en la lucha del poder (...) Kelsen fue uno de los teóricos del derecho que trató con mayor continuidad el paralelismo entre lo social y lo religioso y la recurrente referencia a Dios en lo jurídico (...)
A partir de tales imágenes se abrió paso un tipo de darwinismo social a imagen de la lucha biológica por la supervivencia, tal como se daba con aparente éxito en la naturaleza. Así, se convino en aceptar colectivamente como justa la distribución de posiciones socioeconómicas basada en el mérito individual como suma de esfuerzo y talento, y el reparto más o menos justo que procuraba la “mano invisible”. Así, forma también parte de nuestro imaginario la celebración de epopeyas de movilidad vertical del tipo self made man, la posibilidad de supervivencia del individuo autosuficiente a la manera de Robinson Crusoe, y un largo etcétera de imágenes del imaginario occidental de la villa en el plano de una poética enternecedora de las nuevas distinciones y privilegios que funda. Pero también, a contrario, en el destino “merecido” de los que no se han movido del poso de esa “copa de champagne” que refleja hoy mucho mejor que la antigua imagen de la pirámide social, la estratificación social según la propuesta neoliberal de una sociedad de mercado y de una economía global aún plagada de metáforas que consiguen reforzar en el imaginario social la legitimidad de las diferencias socioeconómicas que siguen a la aceptación de la imagen deportiva de una sociedad competitiva. La fuerza de la imagen de un orden competitivo y natural conlleva el prejuicio hacia la intervención estatal allí donde las imágenes se han hecho más poderosas y concretamente se traduce en oposición a medidas intervencionistas o redistributivas.El éxito de las metáforas económicas a partir de la alegoría del mercado autorregulado y del ciudadano moderno, dueño único de su destino, impide la remoción de obstáculos reales a través medidas igualitarias, acción afirmativa, impuestos progresivos, etc., a la vez que se integran (las imágenes) en ese conjunto de dogmas de cuño neoliberal que conformarían un pensamiento económico como “nuevo evangelio ecuménico” según la imagen de Pierre Bourdieu. El peligro de la fuerza de la imagen está también presente en la hipótesis antropológica del propio Rousseau, y la conocida, falsa, imagen de que todos los hombres son iguales, cuando la realidad es que no lo son, sino que deben serlo en algún sentido..."
"El bosque desde la villa" en Anales de la Cátedra de Francisco Suárez, Cívico, J. G., "El bosque desde la villa: imaginario colectivo o imaginación jurídica", Anales de la Cátedra de Francisco Suárez, 43, Granada, 2009