difundiendo la palabra en el abismo: la doctrina del shock, winterbottom y whitecross, 2011
The shock doctrine, Michael Winterbottom y Mat Whitecross, Reino Unido, 2011 |
basado en el libro de naomi klein: "la doctrina del shock": los gobiernos aprovechan los periodos de crisis económicas, guerras, ataques terroristas, ect. para llevar a cabo medidas despiadadas como asaltar los intereses públicos y poner en marcha reformas a favor del libre mercado, otra historia no oficial del libre mercado, desde chile hasta rusia, desde sudáfrica hasta canadá la implantación del libre mercado responde a un programa de ingeniería social y económica que naomi klein identifica como «capitalismo del desastre», narra la forma en la que los chicago boys de milton friedman, utilizaron el descubrimiento de los electroshock de la psicología para borrar los recuerdos y regresar al sujeto a un estado infantil, y poder reescribir su historia, lo trasladan al contexto socio económico de los países en vías de desarrollo, para propinar shocks económicos (alza de impuestos, eliminación de subsidios y políticas sociales, aumento de precios, etc.) y así, permitir mejor saquear los recursos naturales y enriquecer a las trasnacionales
derechos en el mercado: especulando con la vivienda, un derecho fundamental
Mercado de futuros, Mercedes Álvarez, 2011
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los desalmados también están en las universidades
Inside job (Charles Ferguson y Audrey Marrs, 2011) |
Cartelera Turia, Critica de Eva Peydró, en red |
(3) INSIDE JOB, de Charles Ferguson |
Didactismo de Oscar |
Todo es mesura en Inside Job (2010), desde la exquisita y veraz dicción de Matt Damon a los encuadres, montaje, selección de personajes, banda sonora que puntúa sin pretensiones de coro de tragedia griega... por eso, el potencial del documental de Charles Ferguson deflagra de la manera adecuada, sin estridencias de megáfono, fuegos artificiales o efectismos innecesarios ni sloganes de manifestación. Aquí hay buen cine y didactismo puro sin manipulación ni griterío rabioso, porque su director sabe perfectamente que el material se vende solo, porque poner nombres y caras a los responsables del mayúsculo descalabro económico de nuestros tiempos funciona, porque revelar que la debacle ha sido cuidadosamente planificada por desalmados, nos pone rabiosos sí o sí, los gráficos no engañan, y ¿qué mejor propuesta que la más directa e impecable puesta en escena, sin trucos de agitador?
Ferguson no necesita demostrar, le bastan las entrevistas, los curricula y las imágenes de archivo que asocian banqueros a políticos y universidades a grandes inversores, en un “quién es quién” en el que solo faltan los que no quisieron colaborar. Durante las primeras sacudidas del horror, los malos fueron los banqueros, pero los nuevos y sorprendidos depauperados pronto ataron cabos: esta es la mejor parte de Inside Job, la revelación incontestable de los lazos que unen la banca tanto a las tramposas agencias de calificación, a la política, como a la universidad, en cuanto a avalista a sueldo de las iniciativas económicas de Wall Street, que desde los noventa ha convertido sus prácticas en una vertiginosa estafa piramidal, de dimensiones planetarias, donde ningún pequeño inversor sabe dónde están ni qué pasa con sus ahorros, porque se ha conformado con el señuelo del dinero fácil.
La cruzada contra la regulación ha sobrevivido a administraciones tanto demócratas como republicanas, sus apóstoles se han sentado a la derecha del Señor (llámese Reagan, Bush, Clinton u Obama), han pagado multas millonarias por seguir con su mala praxis hasta la hora de largarse y cobrar el finiquito y han evitado la cárcel en su totalidad. Ferguson lo recordó al recoger el Oscar que mereció su documental: nadie ha pagado sus robos más que con dólares, que no ha visto el ciudadano, al que se ha manipulado sistemáticamente y negado la información necesaria para que sea libre de decidir qué hace con su dinero o si es realista cuando firma una hipoteca. Las entrevistas son sobresalientes, los datos dejan a los malhechores sin réplica y la reacción de Fred Mishkin es digna por sí del Oscar, aunque consideramos que con la intervención de un psiquiatra de brokers aflora una moralina puritana innecesaria, ya que los pecados de la carne y el orgullo no son nada comparados con el robo, la prevaricación y la estafa a gran escala. |