Llevo tiempo disfrutando de la lectura de "La teoría de las ficciones" (Buenos Aires, Edueba, 2002): un regalo de la muy generosa (en todos los sentidos) área de filosofía del derecho y de generosos profesores como Carlos Cárcova o Ricardo Guibourg de la Facultad de derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Mientras sigo ensuciando sus páginas con subrayados, dobles subrayados, círculos que encierran tal o cual término y exclamaciones y quizás porque hoy es mi cumpleaños y en estos días todo ha de perdonarse, no me importa reconocer que descubrí a Enrique Marí muy tarde, cuando ya había fallecido.
Lo descubrí buscando alguién que hubiera descubierto algo de la imaginería de Bentahm (al hilo de la inquisición y del panóptico). Lo descubrí solo y descubrí en la riqueza libre y desencorsetada de su mirada abierta al derecho, a la epistemología, a la literatura, que Marí había sacado a la luz sobre el imaginario y las ficciones desde las repetidísmas alusiones metafísicas a "dios", al "padre" etc. ocultas o explícitas en el discurso jurídico (no necesariamente de corte iusnaturalista) hasta el imaginario impuro del más puro de los positivistas (Kelsen y su Grundnorm). ¿Qué podía escribir, pues, yo del imaginario? ¿Qué podía hacer yo con ese artículo que tenía en mente salvo citarlo a él?
En 2008 busqué este libro sabiendo ya que su autor no existía entre las envidiables librerías de una facultad (¡de una ciudad!) cuyos estudiantes, cuyos ciudadanos, mencionan a Foucault en el café como aquí mencionamos a Cristiano Ronaldo.
Antes de marcharme en la UBA me ofrecieron este regalo:
Enrique Marí, La teoría de las ficciones, Eudeba, Buenos Aires, 2002. |
"La primera sensación que se obtiene al hablar de las ficciones es la de encontrarnos envueltos en una atmósfera de misterio. Atmósfera de un universo en el que prima el sabor y el gusto de y por las palabras, al haber quedado éstas libres de la fuerte fiscalización de lo teórico y lo conceptual. Espacio imago, poblado de imágenes y de imaginación; zona donde se han descomprimido fuertemente las tensiones hacia lo veritativo, a la par que ha aumentado radicalmente la expresión de lo simbólico, lo figurado y lo alusivo. Tanto en el arte como en la literatura y el derecho, la ficción, y en esto consiste su utilidad esencial, impide que la obra se cierre herméticamente sobre sí misma, lo que le acuerda un carácter vital consustancial con la experiencia más elemental de la vida y su aliento extensivo. La teoría de las ficciones no puede convertirse en un dispositivo donde la convicción cree la evidencia".
Enrique Marí 1928-2001 |
" (...) La magnitud de esta tarea sólo puede
medirse a partir de las carencias y de la abierta hostilidad
de la tradición teórica que campeaba y aún campea en las
facultades de derecho, para hacerse cargo de problemas
tales como las relaciones entre poder y derecho, derecho e
ideología, saber y poder. Enrique asumió esta tarea –de ribetes
que recuerdan al castigo de Sísifo– con pasión, humor
y resignación, consciente de la abierta resistencia del medio
a abrirse a otras ideas y disciplinas y a abandonar la tozuda
contemplación del propio ombligo.
¿Cuáles son los hilos que vertebran los trabajos de Marí en
el campo del derecho? Creo que su obra encarna los valores
propios de su
crítica inclaudicable, la apertura interdisciplinaria poco
común, la erudición gozosa, poética, guiada por el placer de
la lectura y del debate de ideas, y el refrescante carácter libertario
y antiautoritario que caracterizaba a sus ideales y a
su trato con las personas."
Christian Courtis, "Enrique Marí 1928-2001", Doxa, 24, 2001.
"La teoría de las ficciones" es el libro que hoy (innecesariamente) recomendamos.
Como diría M.:
Que aproveche. A mí ya me aprovecha.