miércoles, 19 de septiembre de 2012

cosas que no se llevaron de casa: a propósito del foro de alternativas europeas en valencia

El pasado día 13 de septiembre se celebró en Fusionart Multiespacio de Benimaclet, el I Foro de Participación Ciudadana organizado por Alternativas Europeas en Valencia.
European Alternatives (EA) es una asociación de la sociedad civil, apolítica, aconfesional y no lucrativa dedicada a explorar el potencial de una cultura política trasnacional. En EA defienden que los retos de la democracia participativa, la igualdad social y la innovación cultural no pueden ser correctamente comprendidos a través de los conceptos y en el marco del estado-nación.
Es por eso que su mirada se centra en el parlamento europeo con el objetivo de promover y apoyar iniciativas civiles de forma transeuropea que promuevan la democracia, la igualdad y la cultura a través de eventos públicos, investigaciones, proyectos juveniles, publicaciones y campañas de una ciudadanía participativa y consciente en una democracia plural y más activa.

Sara Serrano y Mara Gabrielli organizaron y presentaron la jornada con mucho esfuerzo personal e inteligencia


El día 13 éramos unas 20 personas las que nos sentamos a hablar en la cómoda sala de Fusionart, en el I Foro de Participación Ciudadana: algunos ciudadanos hablando de política, de imaginarios y de precariedad. 
Adoración Guamán de la Universitat de València presentó una ponencia titulada "Precarizando la precariedad: una reforma contraria a los trabajadores" y por mi parte pude hablar (en términos elogiosos) de la propuesta de Renta Básica o Ingreso Ciudadano. No sé mucho de economía pero me interesa la cuestión de la desigualdad social, y más ahora que se actualiza (otra vez) la vieja y fea, rancia historia de cómo los ricos roban a los pobres.

Uno mismo con Adoración Guamán, una profesora comprometida, como se decía antes.


Hubo luego una mesa redonda donde fue un placer poder escuchar a José Beltrán hablar de Bourdieu y de los imaginarios sociales. Creo que fue estimulante para todos. Fue sano escuchar a Javier Hurtado (DEMYC) quien aportó el punto de vista más liberal, creo que de forma honesta y sincera. No siempre es un placer discutir. En este caso lo fue. Tenía ganas de escuchar a Demetrio Gómez (FERYP) quien conoce bien la realidad y las posibilidades de la cultura gitana pero además es un tipo valiente y comprometido con las causas que llamamos justas.

El People Power Participation (PPP) es una de los pilares de European Alternatives


¿Qué más? ah, sí, sí, un grupo de (muy) jóvenes ciudadanos presentó una propuesta que llamaron con juvenil inspiración "Benimaclet fá" (Benimaclet hace): una invitación a la autogestión local y a los valores más solidarios más allá de la supervivencia inmediata.

"Benimaclet fá", una propuesta y, en lo que a mí me toca, una lección. Una lección para mí que pensaba que se lo habían llevado todo, que todo se había perdido para siempre arrastrado bajo el lodo de esta estafa obscena cometida a cara descubierta, una lección para mí que no sabía que no había sido así, y por ello me sorprendió, bueno va, me emocionó, ver que los especuladores, los bigotes, los ladrones de esta crisis como rateros ignorantes que dejan colgado en la pared el cuadro de vanguardia pensando que carece de valor, habían dejado, digo, pensando que no valía nada, que era una mierda, que no tenía valor, habían dejado en casa pensando que no tenía valor porque no se puede vender, porque no se puede comprar, habían dejado sin llevarse, digo, la ilusión de cuatro chicos, su dignidad, acaso su esperanza. Un peluquero, un maestro, un trompetista, una chica que empieza un master en Barcelona. Cuatro chicos: un trozo de futuro intacto en casa.


martes, 11 de septiembre de 2012

a imagen de la guerra: un texto de todorov


niños jugando a la guerra


"El verano de 2012, como el de 2011, ha estado sembrado de ecos de guerra, aunque en esta ocasión en un país árabe distinto, Siria, en vez de Libia. Y no son las fuerzas occidentales (las nuestras) las que aplastan al infame enemigo, sino que se trata de una guerra civil de la que, al menos en teoría, no somos más que meros espectadores. La impresión general que saco de mis aproximaciones veraniegas a los medios de comunicación es la de la fascinación ante el espectáculo bélico. Hay una frase que capta y, al mismo tiempo, encarna el estado de ánimo que caracteriza esos reportajes militares; es una frase de la prestigiosa periodista Florence Aubenas. Después de describir un convoy que se disponía a ponerse en marcha para combatir, añadía: “A los lados, los niños forman un pasillo de honor, deslumbrados, tan sobrecogidos de admiración que no osan acercarse a esos hombres”. Dado que la autora no se atreve a hacer ningún comentario sobre ese deslumbramiento infantil, que es una trágica consecuencia del conflicto, el resultado es que se nos está invitando a nosotros —tanto periodistas como lectores— a compartir esa experiencia de asombro.
En la prensa, la fascinación se traduce en una sobreabundancia de imágenes: la guerra es fotogénica. Página tras página, contemplamos las ruinas humeantes de los edificios, los cadáveres expuestos en la calle, los malos a los que llevan a interrogar, con un probable uso de la fuerza, jóvenes hermosos que llevan un kalashnikov en las manos o en bandolera. Las fotos, ya se sabe, provocan una gran emoción, pero, aisladas, no emiten ningún juicio, y su significado es imposible de saber exactamente. La misma complacencia llena los textos que las acompañan: nos alegramos de ver los efectos de un atentado audaz, de descubrir un ejército dispuesto a tomar el poder. “La batalla galvaniza a los rebeldes”, pero es evidente que también a los periodistas. Las fotos muestran los rostros inquietos de los prisioneros y los pies les identifican con sobriedad: “un hombre sospechoso de ser informador”, “un policía acusado de espionaje”; ¿Están todavía vivos en el momento de la publicación? Se hace sin pestañear el retrato de un joven “modesto” cuya especialidad es “suprimir a los dignatarios y a los jefes de los milicianos”. Pero no tiene la culpa: “Es un asesino de asesinos, mata a los que matan”. Los combates y la violencia no solo son fotogénicos, sino mitogénicos, generadores de los relatos más emocionantes, los que nos hacen estremecernos y compartir la experiencia.

Los medios de comunicación no se conforman con representar la guerra, sino que la glorifican
En su gran mayoría, los medios de comunicación no se conforman con representar la guerra, sino que la glorifican; escogen su bando y participan en el esfuerzo bélico. La verdad es que la guerra despierta fascinación casi siempre, quizá porque representa el ejemplo supremo de una situación en la que, en nombre de un ideal superior, estamos dispuestos a arriesgar lo más preciado que tenemos, la vida. A ello se añade la admiración que sienten los espíritus contemplativos por los hombres de acción, a los que se apresuran a convertir en símbolos, y también la atracción que ejerce la violencia, el placer que experimentamos cuando vemos destrucciones, matanzas, torturas. El encanto de la guerra procede asimismo de que es una situación simple, en la que es fácil elegir: el bien se opone al mal, los nuestros a los otros, las víctimas a los verdugos. Si antes el individuo podía pensar que su vida era inútil o caótica, en la guerra adquiere cierta gravedad. De pronto, ya no nos preocupamos por cuestionar la realidad que se esconde detrás de las palabras. ¿Acaso la revolución es necesariamente buena, sea cual sea el resultado? Y en cuanto a la lucha por la libertad, ¿no corre peligro de encubrir un simple deseo de poder? ¿Basta con hablar de derechos humanos, una denominación no controlada, para convertirse en su paladín?
Sin embargo, en esos mismos relatos aparece también otra imagen de la guerra, a poco que vayamos más allá de los grandes titulares y los pies de foto para interesarnos por las descripciones detalladas. Las justificaciones ideológicas, esenciales para desencadenar guerras civiles, después no sirven más que para vestir una lógica más poderosa, la avalancha de represalias y contrarrepresalias, la violencia que sube siempre un escalón más. “No es posible el perdón, esto será ojo por ojo y diente por diente”. “A quienes hayan matado los mataremos”. La intransigencia se vuelve obligatoria, la negociación y el compromiso se consideran traiciones. Las principales víctimas no son los combatientes de uno u otro ejército, sino las poblaciones civiles, que son sospechosas de complicidad con el enemigo, viven en la inseguridad permanente, mueren en ciegas explosiones, huyen de sus casas y sus aldeas, se aglutinan en campos de refugiados instalados en los países vecinos. Las guerras civiles no son nunca un simple enfrentamiento entre dos partes de la población, sino que consagran la desaparición de cualquier orden legal común, encarnado hoy en el Estado, y convierten en lícitas, por tanto, todas las manifestaciones de la fuerza bruta: saqueos, violaciones, torturas, venganzas personales, asesinatos gratuitos.
Este es el futuro probable de esos niños sobrecogidos de admiración."

TODOROV, Tzevan, "La fascinación ante la guerra", en El País, 11 de septiembre de 2012,
traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

Tzvetan Todorov es semiólogo, filósofo e historiador de origen búlgaro y nacionalidad francesa.


 
niños a los que no le divierte la guerra