domingo, 27 de noviembre de 2011

Con la cárcel en los talones: el código penal como macguffin

La imagen (en el imaginario social) del preso que entra por una puerta y sale por la otra sigue siendo dolorosamente falsa para muchas familias con personas en prisión.

España sigue teniendo una de las tasas de encarcelamiento más altas de Europa y una de las más bajas de criminalidad.

Como ha sido año de elecciones, hace ya tiempo que hablan bajito (por miedo a hacerse daño) las voces en los partidos políticos que solían abogar por suavizar el Código Penal y favorecer la redención de las penas.



Alrededor de un 70% de la población reculsa en España está entre rejas por reincidencia en pequeños delitos contra el patrimonio o por tráfico de drogas.
 

La razones de esta paradoja parece que siguen siendo las de siempre: la dureza de las penas para atentados contra el patrimonio en forma de delitos bastante habituales -robo y tráfico de drogas (no necesariamente para grandes cantidades)-; el continuo endurecimiento del Código Penal y la incorporación de nuevos delitos; la imposibilidad de redimir condena y el miedo del Estado para conceder la libertad condicional.

De está forma el cuadro que ofrecen las prisiones españolas está lleno de pobres, enfermos y drogadictos para los que cualquier forma de reincidencia (en puridad un Macguffin) por pequeña y comprensible que sea les condena a otra buena temporada entre rejas al parecer para mayor tranquilidad moral y quizás también espiritual del juez o de la jueza que dicta la sentencia.

"MacGuffin": La palabra procede del music-hall. Van dos hombres en un tren y uno de ellos le dice al otro “¿Qué es ese paquete que hay en el maletero que tiene sobre su cabeza?”. El otro contesta: “Ah, eso es un McGuffin”. El primero insiste: “¿Qué es un McGuffin?”, y su compañero de viaje le responde: “Un MacGuffin es un aparato para cazar leones en los Adirondacks”. “Pero si en los Adirondacks no hay leones”, le espeta el primer hombre. “Entonces eso de ahí no es un MacGuffin”, le responde el otro.

¿Qué ha hecho el acusado esta vez"
"Un macguffin, señoría"

Echamos a veces en falta un código realista que informe más claramente del macguffin y de los leones cerca de Nueva York, al parecer tampoco allí es posible ya sentirse seguro. También por cierto, se echa en falta un código que informe con más claridad de cuál es exactamente el patrimonio medio a partir del cual otros ciudadanos, por lo demás iguales, quedan exonerados del mismo aliento enseñoreado-serio-severo-punitivo-edificante de aquellos que presumen de haber leído a André Guide precisamente en los Adirondacks.


Fuente: El País
Sobre el Macguffin vid.: François Truffaut, El cine según Hitchcock, Alianza, Madrid 1974.



martes, 22 de noviembre de 2011

Kelsen y Radbruch contra los nazis: un video


Fragmento de una clase del profesor Dr. Juan Abelardo
Facultad de Derecho
Universidad Panamericana
Ciudad de México

martes, 15 de noviembre de 2011

Diccionario Cívico (I): "Hablestar"

Diccionario Cívico (H)

Hablestar:
1. Apestar hablando o hablar echando pestes normalmente contra otra raza, contra un pueblo entero o contra la mujer, contra los extranjeros o simplemente contra los débiles.
2. En la empresa hablar mal del compañero que no está presente.
3. En el ámbito académico echar pestes contra grupos históricamente desaventajados.
4. Hablar dando asco o sin sentido a la manera de tal o cual líder totalitario. Hoy hablar como experto en economía.
Ejemplos: “El tertuliano de intereconomía hablestó anoche sobre los socialistas” o “Tal político de Badalona estuvo hablestando de los rumanos”.

"The Great Dictator" (Chaplin, 1940)

lunes, 14 de noviembre de 2011

Blake, Thomas, Rilke, Hölderlin, Rimbaud... Malick

El árbol de la vida: libro de poemas y compendio de metafísica de Terrence Malick. "The Tree of Life" (Malick, 2011)

sábado, 12 de noviembre de 2011

Que te calles Carmele y Los viajes de Gulliver: la vida es una tómbola

Hola Carmele te escribo porque es la única forma de que me escuches callada.
Me he enterado de una primicia: Los viajes de Gulliver fue una de las lecturas preferidas y por tanto, sí, sí, pre-fe-ri-das, y por tanto una importante influencia, cállate Carmele, una influencia, decía, en teóricos políticos como Thomas Paine o William Godwing, sí, sí, William Godwing, el papá de la mamá en sentido metafórico, Carmele, me-ta-fó-ri.co, la "mama" te quería decir, entrecomillada si lo quieres así, vale, pero la mama, en todo caso, de "Frankenstein" (¡el moderno Prometeo!), Mary Shelley, ¡Mary Shelley! la escritora, la autoooooooora, claaaaro, su padre fue el marido de Mary Wollstonnnnnnnnnnnnnnecraft, sí, sí, la sufragista, Mary Shelley la hija que se llama Shelley por su marido, el poeta... Shelley, claro, ¿me sigues? ¡Que te calles Carmele!
Hablando de nombres, Carmele, Jonathan Swift fabuló lugares donde cabía otro tipo de normas, normas con sanciones positivas, premios o estímulo para lograr tal o cual fin que se considera valioso (como aquellas de las que luego hablara Norberto Bobbio), normas afortunadamente no "naturales" normas que podían ser de otra manera, sí, por eso lo pongo en el blog de mi tocayo, pero ¿sabes, Carmele? Swift también se inventó el nombre de Vanessa, sí, Carmele, como Vanessa Redgrave, o Vanessa Paradise, ¿que no sabes quién es, Vanessa Redgrave, Carmele? Pero si Canal 9 pone todas las noches sesión doble de Free Cinema inglés, que no Carmele, no, no, la Nouvelle Vague fue en Francia, pues sí, sí, la nueva ola, claaaaaaaaaaaaaaaaro, lo presenta, el de Tómbola...¡que no, Carmele! que quería ser irónico, como Swift, ¿satírico? muy bien, Carmele, tienes razón satírico. Nada, era sólo eso. Besos, besos, besos XXX.
Jesús (Mariñas).


Primera portada de Gulliver's Travels (1726) 

Viaje a Brobdingnag
Junio 20, 1702 — Junio 3, 1706
Cuando el barco «Adventure» es desviado por las tormentas y forzado a ir a una isla por agua fresca, Gulliver es abandonado por sus compañeros y encontrado por un granjero que es justo el contrario de los liliputienses (la escala de los liliputieneses es de 1:12; en Brobdingnag es al contrario 12:1). El granjero lo trata como una curiosidad y lo exhibe por dinero. La noticia se extiende y la Reina de Brobdingang quiere ir a ver el espectáculo. Adora a Gulliver y es comprado al granjero para llevárselo como favorito a la corte.
Como Gulliver es demasiado pequeño para usar sus sillas, camas, cuchillos y tenedores, la Reina manda construir una pequeña casa en la que puede ser transportado de un lugar a otro, a la que se refieren como la «casa viajera». Entre pequeñas aventuras como luchar contra avispas gigantes o ser llevado por un mono hasta el tejado, habla del estado de Europa con su Reina. La Reina no se impresiona con las historias de Gulliver sobre Europa, especialmente cuando se entera del uso de los cañones, las balas y mantiene una discusión acalorada con Gulliver sobre su civilización, las leyes...

viernes, 4 de noviembre de 2011

All blacks

Demodé

De moda